La mancha voraz urbana

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En 13 años, la mancha urbana podría unir la CDMX con Pachuca, una proyección que los expertos buscan evitar con una mejor planeación.

ARTE: ALBERTO MONTT

En los últimos 20 años, el territorio de la zona conurbada ha crecido horizontalmente. En la CDMX, las oportunidades laborales, el aumento de medios de transporte y la expansión de los servicios públicos han fortalecido una centralización que no se detiene, pues, según investigaciones, de continuar a este ritmo, en los próximos 13 años la mancha urbana podría unir a la capital con el centro de Pachuca, Hidalgo.

“De ser así, estamos hablando de casi 100 kilómetros de mancha urbana continua si medimos más o menos de centro a centro ambas ciudades. Y esto nos pone en una situación complicada, pues afecta la sustentabilidad y viabilidad de la megalópolis y lo hemos visto con los problemas de calidad del aire, congestión vehicular, pérdida de áreas naturales y desabasto de agua, por mencionar algunos”, dice Gabriel Munguía, especialista en gestión urbana.

De acuerdo con el estudio “Modelo Espacial y Pronóstico de la Expansión de la Mancha Urbana, 1995-2030”, contenido en el libro Tendencias territoriales determinantes del futuro de la Ciudad de México, editado por Conacyt, la expansión urbana de la ciudad no ha sido uniforme. Se ha dado hacia el norte y oriente debido a que hay un relieve más plano, presencia de industrias, infraestructura, disponibilidad de suelo para la construcción y abaratamiento de terrenos.

Sin embargo, estas mismas zonas han enfrentado un desarrollo más lento en comparación con demarcaciones centrales que cuentan con numerosos centros escolares, servicios, imagen urbana y acceso a la cultura y recreación.

Entonces, el avance de la mancha urbana ha provocado que las delegaciones centrales estén totalmente urbanizadas y que los nuevos asentamientos se estén dando hacia el sur. Por ejemplo, a partir de 2005, Tlalpan y Xochimilco perdieron terrenos equivalentes a 1,100 hectáreas que solían ser de uso agrícola, zonas rurales y tierras protegidas que funcionaban como captadoras de agua de lluvia, productoras de alimentos y pulmones urbanos. En contraparte, delegaciones como Miguel Hidalgo, Benito Juárez y Cuauhtémoc solo incrementaron 29 hectáreas.

“Lo que deja ver la investigación es que las delegaciones del centro ya agotaron, en cierta forma, su disponibilidad de suelos y las ubicadas al norte están casi cubiertas, por lo que solo queda el sur de la ciudad para que la urbanización se extienda, lo que pone en riesgo a las zonas verdes de la ciudad”, dice Alejandro Balderas, arquitecto urbanista por el Instituto Politécnico Nacional.

Además, el experto explica que la mala planeación de la ciudad al crear polígonos específicos de oficinas, comercio o recreación ha condicionado el crecimiento. “En las zonas centrales, cuya expansión horizontal es imposible por falta de espacio, ha habido un encarecimiento que ha expulsado a la periferia a quienes vivían ahí. Entonces tenemos personas que viajan tres horas para llegar a trabajar o los que congestionan las calles con autos porque no tienen otras alternativas de movilidad”.

Ocupación y desarrollo

Datos del estudio elaborado por especialistas del Centro de Investigación en Geografía y Geomática “Ing. Jorge L. Tamayo” indican que, entre 1995 y 2005, la ocupación de Azcapotzalco, Iztacalco, Venustiano Carranza, Coyoacán, Benito Juárez, Miguel Hidalgo, Gustavo A. Madero, Cuauhtémoc e Iztapalapa estaba entre el 80% y 100%.

En el sur, la delegación Álvaro Obregón presentó alrededor del 70% de su territorio ocupado por la mancha urbana, seguida de Magdalena Contreras, Cuajimalpa, Xochimilco y Tláhuac con entre el 40% y 60%. Mientras que Milpa Alta se mantuvo en un 20% de asentamientos.

A pesar de la saturación, la CDMX es la entidad con mejores niveles de bienestar. En ella se aloja la delegación Miguel Hidalgo, uno de los territorios más ricos del país. Aporta cerca del 3% del Producto Interno Bruto Nacional, además de Benito Juárez, la demarcación con el bienestar social más alto. En contra parte, Milpa Alta aparece como el territorio más rezagado.

“El crecimiento urbano trae consecuencias pero también beneficios y eso lo convierte en un círculo, pues mientras mejoren las condiciones de vida, más personas querrán vivir con más comodidades. Entonces hay un fenómeno de centralización. A la par, la exigencia social hace que en las zonas ocupadas, la oferta de bienes y servicios sea mayor”, explica Gabriel Munguía, prospectivista urbano.

Según el Índice de Bienestar Social de la Ciudad de México 2016, la capital encabeza el desarrollo nacional en rubros como educación, pues 94% de la población en edad escolar tiene acceso a ella; seguridad social, al apuntar que 72% de los jefes de hogar cuentan con el beneficio; servicios de salud con un 80% de cobertura y ocho de cada 10 capitalinos dice ser feliz.

Aunque la prospectiva no es alentadora al prever invasiones y pérdida de áreas verdes, revertir el proceso podría estar en manos del Instituto de Planeación Democrática y Prospectiva, una figura creada en la Constitución de la CDMX para dar certeza a la gestión urbana y ordenamiento territorial, solo falta que la armen con todo y dientes, y que la faculten para poner en cintura el desarrollo de la ciudad y sus alrededores.

En cifras: 

  • 22.6 millones de personas podrían asentarse en la zona metropolitana para el 2030.
  • 13 años es el límite en el que se prevee que la CDMX y Pachuca, Hidalgo, queden conectados.
  • 40% de los capitalinos considera que tiene un entorno de calidad, según el índice de Bienestar Social.