Cambian las reglas del juego

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Las conductoras deportivas Marion, Jimena y Verónica no solo están en contra de la violencia de género, también le ponen un alto

FOTO: LULÚ URDAPILLETA

Las palabras son instrumentos de cuidado. No están vacías. Van cargadas de significados variables. Dependiendo de su relación con otras, pueden significar una cosa u otra. El contexto y el tono guardan en sí un mensaje que puede ser un halago o representar una amenaza. Las palabras no son inocuas.

“¡Guapa!” es, en principio, un cumplido. Jimena Sánchez está familiarizada con el término. “Yo ingresé a los medios como sex symbol”, dice. Hace unos años creó junto con Hanna Sotelo un blog de fotos y videos sexys llamado Mad Mamacitas. Pero su afición por el deporte la llevó a realizar videos para el diario Récord y, posteriormente, a ser conductora de Fox Sports.

“Sería tonto decir ¡no me digan guapa!, porque vivo de mi imagen”. Ella misma define las más de mil fotografías de su página de Instagram como contenido sexy y acota: “Si no quisiera que me dijeran guapa, subiría fotos de libros o de mi pie”.

Pero “guapa” también puede representar una condena cuando se asume que una mujer solo es eso. Además, el problema que enfrenta una modelo que también es conductora de televisión, es que no solo le dicen así. También ha recibido ataques, amenazas e insultos por dedicarse a algo que la masa anónima de trolls no perdona: que sea una mujer hablando de deportes.

Verónica Rodríguez también es conductora de Fox Sports y también le han dicho guapa. “La palabra tiene distintos significados en diferentes contextos. Depende quién te la dice. Cuando es alguien de confianza, no tengo problema. Si me lo gritan en la calle es una falta de respeto. ¡Un desconocido me está gritando cómo le parece que me veo!”. En redes sociales, a los comentarios sobre el físico se suman palabras peligrosas: “En un país feminicida, es preocupante recibir amenazas de violación por irle a los Pumas”.

Marion Reimers es periodista deportiva en la misma cadena. “Tenemos que derribar la idea de que la mujer, calladita, se ve más bonita”, dice en alusión al comentario que hace unas semanas, José Ramón Fernández dirigió a su compañera Miroslava Montemayor en el programa deportivo Los capitanes. “Existe la idea de que las mujeres no podemos participar de la vida pública, y el deporte es un aspecto de la vida pública”.

En febrero surgió la asociación civil Versus, de la cual Reimers es presidenta, mientras que Sánchez y Rodríguez son asociadas honorarias. Se trata de un esfuerzo por visibilizar y combatir la violencia de género en el medio deportivo. “Al igual que en el resto de las manifestaciones sociales, en el terreno del deporte también hay malas prácticas y machismo”.

La primera campaña de Versus consistió en un video que mostraba los ataques en redes sociales que las tres padecen a causa de su trabajo, y de una mesa de debate.

No es lo único. La asociación también busca generar becas para que las mujeres accedan al periodismo deportivo, investiguen sobre las amenazas e impulsen contenidos con perspectiva de género en medios especializados.

Es imposible cambiar en cuatro meses un mecanismo desigual con décadas de existencia, dice Reimers. “Lo primero que tiene que desarticularse es la valía que se impone a una mujer por su aspecto físico por encima de sus capacidades. Si bien una mujer puede vestirse como quiera, existe un mecanismo que premia o castiga su vestimenta. Ahí participan todos, empezando por los compañeros que, en un programa de televisión, le piden a sus compañeras que se den una ‘vueltecita’”.

Jimena hace una mueca y niega con la cabeza. “¡Qué tonto pensar que las mujeres debemos ser guapas y vestirnos de cierta manera para incursionar en el periodismo deportivo. Si yo soy sexy es porque me gusta. Y también me gusta el beisbol. Pueden gustarme las dos cosas al mismo tiempo. ¿Qué tiene de malo eso?”.

Nada. Lo preocupante es cuando únicamente se te permite ser sexy. Y eso lo sabe Jimena. “En un panel, a cada hombre se le permitió hacer una pregunta a un deportista y a mí me pidieron callarme. Espérate, no soy un mueble. No lo acepto”.

Verónica también se topó con la dificultad de quebrar silencios. “No consideran que estás trabajando, sino que asumen que tienes que demostrar que mereces ese lugar. Pocas veces me daban la palabra, hasta que acordé con el productor que yo sería quien pondría los temas sobre la mesa”.

Dos frentes atacan la presencia de mujeres en los deportes. Si en las redes sociales destaca la violencia con amenazas explícitas, en los espacios de trabajo lo hace la discriminación, o asumir la idea absurda de que los deportes protagonizados por mujeres no tienen validez.

“Me pasó con la Champions femenil”, cuenta Reimers. “Cubrí la final. ¡Y la gente opinaba que el evento no importaba! Bueno, pues mi respuesta es que a esa gente no le gusta el deporte. Solo les gusta observar a hombres que representan el éxito que ellos no pudieron tener y así solventar sus frustraciones. No les gusta el deporte, les gusta sentirse representados en un cuento de hadas que para muchos es el futbol”.

El deporte no distingue géneros. Opinar sobre él, usar la palabra como un arma cargada de significado; tampoco.

En cifras:

  • 3 veces más espacio reciben los hombres que las mujeres en medios deportivos.
  • 24% del Comité Olímpico Internacional está integrado solamente por mujeres.
  • 15 millones de dólares reciben las ganadoras de la Copa de Futbol Femenino, 576 mdd recibe la varonil.