‘El problema de los salarios máximos’, por @felpas

Miguel Ángel Mancera, jefe de gobierno de esta ciudad, promueve incrementar el salario mínimo en el país. Subir de poco menos de 66 a alrededor de 80 y tantos pesos diarios.

Estupendo. No hay vida digna ni con los 66 ni con los 80 y tantos que proponen, pero algo es algo. Obviemos que la propuesta huele a desesperación de Mancera por revertir su mala imagen, y recuperar algo de simpatía al postular un tema urgente: bravo, aunque ni con eso se le quitará lo antipático.

México ocupa el último lugar (otro más) dentro de los países de la OCDE en cuanto salarios mínimos, pero eso es compararlo contra las grandes ligas. Lo vergonzoso es que con 144 dólares al mes también es el último lugar de Latinoamérica, y por mucho: el que le sigue para arriba es Bolivia, donde el mínimo es de 211 dólares.

También da pena constatar que Basilio González quien desde hace dos décadas ha estado fosilizado al frente de la Comisión Nacional de Salarios Mínimos, la institución que regula este tema en el país, gane 60 veces el sueldo que él impone, y que eso sea lo normal entre su rango laboral: en México un directivo en el gobierno o en la iniciativa privada gana entre 50 y 200 veces el mínimo al mes (y no incluyamos a Carlos Slim porque qué depresión).

Los empresarios cierran filas y se excusan: perderíamos competitividad. Competitividad en México no es tecnología de punta o calidad en nuestros productos y servicios, sino mano de obra barata. Los economistas también amenazan: espiral inflacionaria. Pero no es ni competitividad ni inflación, sino que podrían disminuir las utilidades de las empresas. Al subir el mínimo, los que más perciben encarecerán sus productos y servicios: al final, tú y yo pagaremos los platos rotos.

Quienes trabajan en el gobierno (cuya nómina engorda con obesidad alarmante) tampoco se verán afectados: a más salario, más impuestos. Ellos se siguen decretando aumentos y bonos cada que pueden.

La mayoría ganamos más que el mínimo, así que la medida nos deja iguales. Por cierto,  de los que perciben el mínimo, 86% pertenece al sector informal, por lo que tampoco les va a cambiar nada.

El tema a discutir no es si se debe subir el salario. Eso es indiscutible y urgente. Sino si son viables y éticos los descomunales márgenes de utilidad y sobresueldos del 1% de la población que se lleva, como siempre, todas las ganancias.

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(FELIPE SOTO VITERBO / @Felpas)