Frases deshechas

Esta es la época en la que el taxista, el cartero y el vecino se ponen filósofos y en vez de hablarnos de la Liguilla o de la última de Peña Nieto, nos dejan caer, con un dejo de tristeza, la frase de cajón: “Ya se nos fue el año”. Algunos otros, menos reflexivos, se limitan a proponer otra, no menos ineluctable: “Ya está enfriando”. Aunque no sea cierto, aunque a mediodía estemos a 32 grados y durmamos rodeados de mosquitos. No importa. Llegó la temporada de las frases hechas y el lenguaje impostado y nadie se salva.

A ver: ¿quién define a sus parientes y amigos como “seres”? Salvo que uno sea biólogo (tengo un hermano biólogo y sé que pueden utilizar términos francamente extraños para referirse a lo que sea), no hay modo. No obstante, cada diciembre recibimos y mandamos decenas de mensajes que hacen referencia a “seres queridos” como si tal cosa. Pero ya los veo llegar a casa por la noche y decirle a la pareja: “Quiobo, ser querido. ¿Cómo te fue en la chamba?”.

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Es probable que el espíritu navideño sea el culpable de que protagonicemos escenas como esta: dos tipos, de unos 50 años, se topan en el pasillo abarrotado de un centro comercial; se miran mutuamente y sin tocarse (cada cual va acompañado por una mujer con los pelos pintados de rubio, que lo quiere jalar a un escaparate distinto), se dicen: “Un abrazo, José” y “Un abrazo, Mariano”. No se llegan a dar el abrazo. Como si fueran artistas conceptuales se limitan a dejar caer las palabras: “Un abrazo”. Como si la sed se les fuera a pasar por decir “Un vaso de agua” o “Una michelada con todo”. Es estúpido, sí. Pero cada día, en estas semanas, veremos o escenificaremos cientos de estos horrores sin parpadear.

Como esa gente (y no me excluyo, porque suelo cometer ese desliz) que nos manda mensajitos y nos desea “lo mejor” pero sin dar las especificaciones necesarias, como, para empezar, si aquello de “lo mejor” se refiere a ellos o a uno. ¿Qué fregados es “lo mejor”? ¿Qué se rompan una pierna, que les regalen un disco de Maná o que la hija les llegue con un yerno que le vaya al América? Eso es lo que le deseo en realidad a mucha gente a quien le he puesto por escrito la frase “lo mejor” en respuesta a otros buenos deseos igual de hipócritas.

Aunque la cúspide del error son los intercambios de regalos, esa ruleta rusa en la que con frecuencia debemos gastar dinero en personas despreciables. Hay una a la que le guardo hace años un libro de Jodorowsky para mostrarle la profundidad de mi odio. No me ha tocado en el intercambio laboral aún. Pero cuando suceda le daré el misil y le diré “felices fiestas” como si de verdad se las deseara.