El post postapocalipsis

La otra noche estaba escuchando a un grupo de amigos despotricar en una fiesta contra todo lo que estorbaba el uso de sus autos: los nuevos carriles de bicicletas en Patriotismo, el Metrobús, la irresponsabilidad de los ciclistas, el Hoy No Circula, el doble No Circula. Era una noche de viernes y toda la semana nos habíamos ahogado por la contaminación y el calor. Hace mucho tiempo, de hecho, que no me sentía tan cansado.

El otro martes, estaba escuchando en el radio a un locutor (me parece que era Iñaki Manero, pero no me acuerdo bien) azuzar a los radioescuchas contra toda medida que restringiera el uso del auto. Preguntaba al público: “¿Cuánto le va a costar no usar su auto este día?”. Las respuestas eran enfurecidas. El público estaba indignado por las medidas que lo separaban de su auto. Al día siguiente, a pesar del doble No Circula, las condiciones atmosféricas mejoraron poco. Desde los 80, cuando los pájaros caían de los cables fulminados por la mala calidad del aire, no tenía la sensación de que llegamos a un punto límite.

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La firma multinacional TomTom publica un índice anual de tráfico, y hace poco anunció que la Ciudad de México es la más congestionada del orbe. Su universo es de 259 ciudades. Eso, para mí, es la constatación del límite que hemos tocado. TomTom, por otra parte, es una empresa que se dedica a vender sistemas de navegación GPS. Así que ante la pregunta de “qué puedo hacer para combatir el tráfico en mi ciudad”, la respuesta es: “Consulta las rutas alternativas en tu navegador”.

Pero la pregunta persiste: ¿qué se puede hacer en una de las ciudades más contaminadas y la más congestionada del orbe, una que ya está llegando a su límite? En los años 80, la ciudad se vivía como una película de Ridley Scott. Luego se recuperó, pero ¿cómo fue que perdimos la brújula?

La Ciudad de México había sido capaz de mejorar la calidad del aire, incluso más que lugares como Los Ángeles. Eso se perdió en los últimos años. El doble No Circula es una medida temporal y a Miguel Ángel Mancera no le ha ido bien con su promulgación. Pienso que llega tarde y que él mismo se encargó de debilitar la política contra la contaminación con una pobre regulación y generosas exenciones a los dueños de los autos. Si a eso le sumamos el poco interés de los gobiernos aledaños, que son de distintos partidos, y un genuino valemadrismo del gobierno federal, estamos en el límite de entrar a un post postapocalipsis, donde ya hubo una catástrofe y luego entramos a otra.