¡Grita México!

Juro que me hubiera gustado ver tumbado en la lona al fantoche de Mayweather, pero el Canelo es uno de esos hombres que se creen el cuento ese de que Televisa las puede todas.

También hubiera querido ser uno de esos chilangos que festejaron el desalojo de los maestros, pero lo que sucedió en el zócalo fue un triunfo de los canallas, y todos perdimos.

Haría como muchos colegas: exagerar, ser parcial en mis textos y apoyar la reforma petrolera que, según el señor Peña, el general Cárdenas firmaría si estuviera vivo; pero eso de utilidad compartida, de modificar los artículos 27 y 28, entre otras monerías, suena a que el señor Peña y compañía nos están engañando. No olvidemos, por ejemplo, la ley de transparencia, y que se traduce a: lo que se consiguió desde abajo, lo destruye el señor Peña.

También, si pudiera, ensalzaría la reforma hacendaria, pero pagaré más por la renta, pagaré más impuestos por trabajar, y no sólo las croquetas de mi perro me agujerarán los bolsillos, sino que el gobierno también pretende que dé un impuesto por mi mascota.

El 15 habría ido al Zócalo, pero 1) no estaba en DF, 2) el gobierno lo quería limpio para los acarreados y 3) el grito lo daba un tipo de los más antipatrióticos que conozco.

Así que ahora que regrese, saldaré cuentas:

Para empezar, iré al Monumento a la Revolución, les ofreceré disculpas por no apoyarlos como se debe y hablaré con mis conocidos sobre las trampas que incluye la reforma educativa. A los profes les diré, además, que su festejo de Independencia fue el mejor, sin acarreados, sin abucheos, sin un tipo que festeja a la fuerza, como ese niño berrinchudo que saluda por compromiso.

Después, seguramente, me opondré al IVA. No soy clase media, más bien rayo en la pobreza, y no puedo aceptar que me manden al último escalón.

Marcharé en contra de la privatización del petróleo porque, una de las cosas que me enseñaron mis abuelos, quiero a mi país. Cada uno quiere de maneras muy extrañas. La mía es ir a las zonas donde la violencia ha sido infinita, hablar con la gente y contar sus historias.

Por último, esperaré ese día en que un buen boxeador salga del barrio. Apuesto a que celebraré sus nocauts.

¡Viva la indiferencia de México!

¡Grita México!

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(ALEJANDRO ALMAZÁN)