Guerrerense distinguido

Ustedes no conocen San Miguel Totolapan. Tampoco tendrían por qué conocerlo. Es sólo un municipio enclavado en la tierra caliente guerrerense, sin grandes carreteras cercanas y del que sólo hay referencias cuando se publican notas sobre violencia.

Es, para más señas, zona de cultivo de amapola. También uno de los municipios más pobres y más violentos del país, por lo que hoy está ocupado por fuerzas federales.

Pero San Miguel también es la tierra de Cristóbal Miguel García Jaimes. Y eso sí debería ser motivo para que el nombre del municipio se quede en nuestra memoria.

Cristóbal es un muchacho de 19 años que ya obtuvo el Premio Nacional de la Juventud. Estudiante de la Facultad de Ciencias, quien apenas cursa el tercer semestre de la carrera de Física, ya construyó el acelerador de partículas más barato del mundo, con apenas mil pesos.

Este acelerador lleva más de 50 premios internacionales.

A Cristóbal lo conocí este martes, en la toma de posesión del nuevo gobernador de Guerrero, Héctor Astudillo. Estaba feliz, en la fila de los guerrerenses distinguidos, ahí donde ocupaba un lugar privilegiado un comediante llamado El Costeño, sin duda el más fotografiado de la zona. El propio Cristóbal estaba contento por estar tan cerca de una estrella y claro que se tomó una foto.

Confieso que Cristóbal me hizo pasar un muy buen momento.

Me contó cómo había estudiado primaria y secundaria en su pueblo, donde tuvo la suerte de tener un buen maestro que entendió la facilidad de Cristóbal para la física y le acercó sus primeras lecturas. El mismo maestro que lo llevó, pidiendo aventones, a su primer concurso como alumno de secundaria, que por cierto ganó.

¿Imaginan las probabilidades de que le hubiera tocado un mal maestro? Uno de esos que te hacen odiar las ciencias.

La preparatoria la cursó en la UNAM, porque lo impulsaron a venirse a la ciudad de México. Ha vivido en un cuarto de azotea y trabajado como velador para sostener sus estudios, porque obviamente no tuvo apoyo de ningún gobierno.

Y estando ahí, aprovechó un programa universitario llamado “estancia de verano” para hacer sus primeras prácticas en Ciencias. Tuvo como tutor al doctor Efraín Chávez, al que llama “su máximo ídolo”. Les digo: tiene suerte.

Cristóbal dice que ahora dos fundaciones de la iniciativa privada le dan los recursos necesarios para que se concentre en su carrera, gracias a que es famoso.

En Cristóbal se reúnen talento, trabajo, pero sin duda también suerte. No bastan las dos primeras cualidades, en una zona en donde otros jóvenes son halcones de algún grupo de delincuentes o están muertos o desaparecidos o, en el mejor de los escenarios, dejan los estudios para trabajar la tierra.

En la toma de posesión del nuevo gobernador, quizá Cristóbal debía ocupar la primera fila. Todo un guerrerense distinguido.

Pero esas primeras filas, por supuesto, las ocupaban miembros de la clase política a los que siempre invitan a estos eventos.

Esos son los distinguidos.