“Gusanos”, por @apsantiago

Un majestuoso sector de la izquierda mexicana, cubana y mundial los ha despreciado diciéndoles “gusanos”. Ni escoria ni lacra, pues esas palabras no los bajan a lo más execrable del reino animal: los gusanos devoran pudrición, mierda, cadáveres.

Los “gusanos” han sido los cubanos que “traicionaron” a la Patria, la Revolución y al Pueblo porque aterrados de que se les fuera la vida bajo el régimen socialista huyeron de Cuba para caer en brazos del enemigo: el imperialismo yanqui.

Se les llamó “gusanos” desde que en 1961 Fidel Castro dijo en un discurso en la Plaza Cívica: “Quizás ese sea el mayor mérito que la historia reconozca a nuestra Revolución; que no se enfrenta a un enemigo pequeño, sino a un enemigo muy poderoso, y ese enemigo poderoso ha sido el encargado de revolver la gusanera aquí en nuestro país agitado (APLAUSOS). Y los gusanos se han removido” (Los APLAUSOS en mayúscula son acotación del Departamento de Versiones Taquigráficas del Gobierno Revolucionario).

Ergo, eran incólumes quienes se quedaron a defender la Revolución. A los otros, por mandato oficial, mejor odiarlos.

Tras decenios en que se usó el término “gusano” con desenfado primaveral, Raúl Castro y Fidel impulsaron la nueva Ley de Inversión Extranjera aprobada el sábado. Ante una economía náufraga ruegan auxilio a magnates foráneos. Era insostenible su dogma.

Pero lo que más cuesta concebir es una línea de esa ley que aclara: los cubanos residentes en el exterior pueden invertir como cualquier extranjero. Es decir, aquellos que consideran “gusanos” y sus hijos podrán ser, por orden revolucionaria, patrones de los compatriotas que por convicción permanecieron. Un cubano fiel a la Revolución limpiará los retretes del hotel que su hermano de Miami puso en Varadero, el hermano al que el gobierno lo obligó a enfrentarse. Eso sí, el individuo cubano residente en Cuba (“cubano natural”) tiene prohibido asociarse con un cubano residente en el extranjero; no sea que prospere.

“La historia me absolverá”, dijo una vez Fidel. Los anticastristas están diciendo “la historia nos absuelve”: hicieron bien en escapar de un gobierno que traicionaría a su gente más leal, que clama su regreso sólo por su riqueza y que, ahora sí, muy respetuoso, les dice “cubanoamericanos”.

El gobierno une al fin a sus hijos de afuera y adentro humillando a los de adentro, sus fieles soldados, nuevos asalariados del paisano “enemigo” que los Castro consienten. Adiós discursos y principios.

¿Qué dicen los cubanos que se quedaron? Dicen quizá: acepté quedarme con Fidel y Raúl, y ahora Fidel y Raúl buscan que me explote el “gusano”, que yo sea su negocio.

“Patria, socialismo o muerte” siguen clamando hoy varios gusanos de verdad.

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(Aníbal Santiago)