“Honrarás a los policías”, por @salcamarena

En diciembre pasado estuve en una población de la zona de San Bernardino, California. A pesar de que es de sobra conocido que los estadounidenses son muy explícitos a la hora de demostrar algunos aspectos de su patriotismo, no dejó de llamarme la atención que en muchos postes de ese lugar colgaban pendones con fotos de gran tamaño de los y las jóvenes que en esos momentos servían a su país en las distintas ramas de las fuerzas armadas.

El mensaje de esa sociedad es obvio: tienen presentes, reconocen y honran a aquellos que, en su lógica, han ido allende las fronteras de la Unión Americana para protegerles. Algo parecido, por supuesto, pasa en Nueva York donde de ninguna manera olvidan, por ejemplo, a los policías y bomberos que murieron en los ataques a las Torres Gemelas.

Construir una sociedad segura implica muchas cosas. Una cultura de prevención, sin duda. Una economía que ofrezca mayores oportunidades. Acceso generalizado a una educación que abra horizontes. Pero también la generación de cuerpos policiales profesionales, bien capacitados, bien remunerados y, asunto nada menor, reconocidos por la sociedad.

Durante los últimos años hemos discutido mucho (pero no suficientemente si atendemos a los resultados) el cómo dotarnos de mejores policías para tener una mejor seguridad. Reclutar buenos elementos es crucial, la evaluación policial a los que ya están en activo también es clave. Pero de poco va a servir eso si no creamos un ambiente donde el policía sea visto con respeto en diversos momentos, y por supuesto uno de esos momentos es cuando, desafortunadamente, alguno de ellos muere al cumplir con su deber.

Eso es exactamente lo que no vimos esta semana, cuando hubo un “homenaje”, sí, entre comillas, al policía Ismael García, quien murió al intentar frustrar el asalto a una joyería de Galerías Coapa.

Según las crónicas había sido policía durante 16 años. Tener ese palmarés, y pagar con su vida, solo le alcanzó para que sus honras fúnebres se llevaran a cabo en… un estacionamiento. La prensa de ayer publicó diversas fotos al respecto.

No se me ocurre lugar menos solemne o lustroso que un estacionamiento. Qué mensaje más pobre se le da a los policías: si mueres al hacer tu trabajo la sociedad te lo pagará con una guardia de honor en un piso del estacionamiento. Nada de mármol, nada de una plaza, nada de un jardín, nada de un monumento, tu último adiós será entre tubos de desagüe.

Creo que ya lo he contado pero vale la pena volver a mencionarlo. Hace años se discutió en Puerto Vallarta la posibilidad de transitar al modelo de mando único policial. En las deliberaciones, alguien puso el dedo en la llaga. Mando único o no, lo que no ayudaba era el desapego de la sociedad de sus policías. Para demostrarlo, el ponente pidió a quienes asistían al debate (unos cuatroscientos mandos policiacos de la federación y los estados) que levantaran la mano aquellos que quisieran que sus hijos fueran policías. Menos de diez personas alzaron el brazo.

Porque no basta con diseñar castigos y sanciones para los malos policías, hay que diseñar sobre todo estímulos y reconocimientos para los uniformados que hagan bien su trabajo.

En tiempos de Andrés Manuel en el gobierno del Distrito Federal se hacía una ceremonia mensual para honrar, en un patio del solemne edificio del exayuntamiento de la ciudad de México, a los policías caídos en el deber. No cabe duda de que hemos descendido de nivel. Pero no solo los policías son víctimas de ese trato grosero, de este problema pagaremos las consecuencias todos.

 

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(SALVADOR CAMARENA)