‘Indisimulo’, por @wilberttorre

La noche del grito en el Zócalo, la orden llegó de Los Pinos. Cepropie, órgano del Estado que documenta las actividades públicas del presidente, envió la señal y las televisoras transmitieron la escena: “Peña, Peña, Peña”, gritaban cuatro mujeres con los cuerpos escurridos sobre las vallas de acero y notable desgano.

Ver la escena en Televisa y TV Azteca se inscribe en esa escandalosa anormalidad a la que nos hemos habituado. Verla por el 11 y el 22, canales culturales del Estado, fue algo ofensivo e insoportable.

Enrique Peña Nieto es quizá el presidente más televisado de la historia, en el país donde por seis años el presidente en turno asume un poder absoluto, sin límites institucionales ni contenciones sociales.

El presidente puede hacer lo que quiera dentro de la esfera institucional porque no hay nadie que se lo impida, y fuera de ese ámbito porque la sociedad, salvo infrecuentes latigazos contestatarios y de reclamo a sus derechos y libertades, es un cuerpo apático, inconsciente, paralizado, como un elefante aturdido incapaz de organizarse para protestar. O para poner un alto a los excesos del poder.

La escena de las señoras que gritaban “Peña, Peña, Peña” la noche del 16 de septiembre, con más pena que entusiasmo, no es un anécdota pasajera, simpática e inofensiva. Es un hecho más que se inscribe en un patrón de conducta por el que se está distinguiendo el gobierno peñista: línea y control absoluto sobre los medios del Estado y la imposición de la imagen presidencial en cualquier espacio.

Como en los viejos tiempos, Los Pinos ordena como si en este país la democracia fuese una caricatura. Una pesadilla pasajera.

¿La transmisión de la escena de las señoras la noche del grito fue casual? No. Hubo una decisión tomada desde Los Pinos, ejecutada por Cepropie.

¿Es un hecho aislado? No.

En las mismas horas en las que se transmitió la escena penosa del Zócalo y las señoras del coro zombie, Los Pinos ordenó que se transmitiera por canal 11 una entrevista de Jacobo Zabludovsky con el presidente de la República.

Después, el canal 22 recibió desde Los Pinos la instrucción de transmitir la entrevista hecha por Zabludovsky, el periodista culto que retrasó la transición a la democracia por tres décadas y que de unos años para acá infla el pecho en su nueva condición de crítico, salvo cuando se trata del Señor Presidente. Zabludovsky, que hace unos meses recibió un homenaje del gobierno. ¿Representado por quién? Por el presidente Peña Nieto.

Hay que ser cochino pero no trompudo, proclama un refrán. Antes en este país, el PRI, el partidazo revolucionario e institucional, cuidaba las formas en las sagradas instituciones. Hoy hasta las formas se han detonado.

La de Peña y su gobierno es la hora del indisimulo.

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(WILBERT TORRE / @WilbertTorre)