La banalidad del bien, por @drabasa

Dice el brasileño Luiz Ruffato -uno de los escritores brasileños más importantes de la actualidad- que la poesía es un intermediario ideal para recuperar nuestra sensibilidad y poder mirar el mundo sin que tengamos que protegernos de él por la vía de la indiferencia. Sus libros dan cuenta de cómo viven las clases más pobres de su país y aunque las historias que relata muestran realidades atravesadas por la violencia y la desesperanza, la belleza de su pluma evita que nos tapemos los ojos como hacemos cuando nos ponen frente a nosotros –sea una película, una publicación alarmista o la vida misma– una imagen demasiado real como para ser tolerada.

En la misma línea el cineasta y escritor camboyano Rithy Panh piensa que la palabra y el pensamiento son las únicas alternativas que tenemos para poder hacer frente a los horrores de nuestro pasado y trazar así alternativas que nos permitan no sucumbir ante los mismos errores una y otra vez. Panh escribió un libro llamado La eliminación y realizó una película titulada The Missing Picture (La imagen ausente) en las que aborda de manera entrañable, valiente y generosa el genocidio que vivió su país a manos del régimen de los jemeres rojos. Panh perdió prácticamente a toda su familia cuando tenía apenas 30 años por el genocidio perpetrado por el Pol Pot que le costó la vida a 1.7 millones de personas.

Hace tiempo que los ciudadanos que pretenden estar informados en nuestro país han sido forzados a mover en retaguardia las fronteras de lo humana y civilmente tolerable. La impunidad y el horror que se yerguen sobre nuestra realidad nacional, la rabia de observar cómo nuestro país se deshace en un espiral de corrupción y violencia cuyo fondo no parece llegar nunca, nos han obligado a obnubilar la mirada y celar nuestras emociones porque lo que vemos y oímos es demasiado para cualquier conciencia que pretenda mirar la realidad sin tapujos.

Parte central del argumento del libro de Rithy Panh gira en torno a un concepto que el creador camboyano ha denominado “la banalidad del bien”. Este propone que el verdadero heroísmo reparador no viene en la forma de un millonario filantrópico o de un gobernante comprometido y consciente sino a través de la transformación de la vida cotidiana de los individuos. La conciencia plena de los horrores por los que atraviesa buena parte de la población del mundo. La renuncia a vivir bajo las máximas de competencia, individualismo, enajenación mental, materialismo y el desprecio al medio ambiente que rigen la mentalidad de nuestro tiempo.

Nuestro país vive una situación crítica. Tragedias como la de Iguala son apabullantes para nuestra memoria colectiva y aquello que las hace más graves es que no son casos aislados y que no tenemos ninguna certeza o confianza en que habrá algún tipo de consecuencia al respecto. Por supuesto que esperamos el cambio y la transformación a gran escala pero un porvenir diferente, más al alcance de nuestras manos, se encuentra en nuestra propia actitud cotidiana hacia lo que se presenta como un modelo de vida insostenible e insoportable. No podemos esperar vivir todos de la misma manera y esperar que el porvenir nos traiga un panorama distinto. La conciencia de los otros, la sensibilidad y el pensamiento crítico son, quizá, las únicas defensas que tenemos a corto plazo para defendernos de este horror infernal en el que estamos, todos, sumergidos.

 

(Diego Rabasa / @drabasa)