La justiciera, por @apsantiago

Al exprimir el jugo, partir la sandía, batir los huevos y sazonarlos, me hace bien hablar con alguien. Como si las aromáticas musas aceptaran bajar, hacerte cosquillas con sus túnicas y dar toques humeantes al desayuno cuando compartes el fogón.

Hace poco invité a desayunar a mi amiga Daniela. Entró a la cocina y al darle a probar un hipnótico Café de la Aldea (traído de las montañas colombianas del Quindío) le hice cualquier pregunta para quebrar el silencio.

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Pasaron segundos y no respondió. Repetí la pregunta. Al voltear, vi que en una de sus orejas había un audífono conectado a un viejo celular Samsung con radio FM, ajustable al 102.5, única frecuencia que requería para sobrevivir. Daniela abrió la palma de su mano como diciendo “espera” y se concentró en lo que oía. “Aristegui está diciendo algo importante”, se disculpó. Mi admiración por el arrojo y filo de Aristegui era en mi amiga una devoción mística. ¿Qué dijo Carmen? ¿Qué descubrió? ¿Qué preguntó? Daniela no amanecía sin Aristegui y de 6 a 10 am podía caer un meteorito junto a ella que ni se inmutaba. El resto del día no era raro que siguiera meditando sobre lo que en Noticias MVS la periodista había presentado.

¿Por qué comparten ese fervor multitudes?

Repasemos la realidad de los “caudillos” más o menos cercanos a quienes creemos que México sólo se salva con un volantazo a la izquierda. 1) AMLO dirige un nuevo partido unipersonal donde solito lucha por tercera vez para ser Presidente, enfangado en su noble pero extenuante discurso donde la palabra “corrupción” se repite hasta torturarnos. 2) Cuauhtémoc Cárdenas se retiró 3) Ebrard, repudiado por casi todos sus colegas y arruinado por la Línea 12, se salvó gracias a un partido microscópico.

La izquierda no tiene héroes y el PRD es una vergüenza.

Sin pretenderlo, Carmen ocupó ese abismal vacío político volviéndose una suerte de líder única e involuntaria de la oposición, una oposición sin partido. Si había esperanza de saber las indecencias de los gobernantes y que éstos se sintieran agarrados de sus partes pudendas, era por Aristegui. Periodistas hay excelentes, pero los hallazgos del equipo de Carmen tenían astucia y músculo para ser noticia de México a Tokio. No dudo que más de un político meditara transar por temor a que ella lo descubriera.

Ayer volví a ver a mi amiga Daniela: “Sentía que las investigaciones de Carmen –confesó- en cualquier momento podían derrocar al PRI”. La percibí huérfana, como se sienten quienes, anhelando una era de justicia, ya iban de gane: tenían a su justiciera.

Aunque hoy podría desayunar con Daniela sin que me calle porque Carmen “está diciendo algo importante”, tengo que apurarme: la maquinaria Aristegui debe estar trabajando para que, en días, mi amiga y tantos otros desayunen con la voz que se volvió su propia voz, y que a muchos hace temblar las piernas.

 

 

(Aníbal Santiago)