La novela de Peña

En El artista adolescente que confundía el mundo con un cómic, novela de Sergio González Rodríguez,  el protagonista ve todo como si viviera en una historieta. Recordé esta historia fantástica cuando la procuradora Arely Gómez pronunció esta declaración:

“Los datos del ADN mitocondrial obtenidos para la muestra ósea 16-29102014 proporcionan evidencia moderada de perfil de la víctima de 16-29102014 coincidente con la madre de la persona desaparecida; existe una posibilidad 72 veces mayor de que los restos no identificados de 16-29102014 se originaron de un individuo relacionado de la madre de la persona desparecida, Jhosivani Guerrero de la Cruz”.

Se trataba de un informe de la Universidad de Innsbruck sobre los restos de uno de los 43 de Ayotzinapa. Se entiende que un peritaje esté plagado de tecnicismos, y surgen preguntas lógicas: ¿Qué es evidencia moderada de perfil? ¿Los peritos de la PGR interpretaron el informe antes de que la procuradora diera como un hecho la identificación de Guerrero? ¿O era un golpe efectista para sembrar la idea de que el peritaje convalidaba la increíble verdad histórica?

Horas después, el Equipo Argentino de Antropología Forense interpretó el informe y dijo que la coincidencia genética es frágil para determinar que los restos pertenecen a Guerrero.

Como en la novela, el gobierno pretende vivir en la irrealidad de la prensa sometida. En campaña, cuando Peña fue repudiado por estudiantes de la Universidad Iberoamericana, solícitos, los medios afines –una mayoría escandalosa– ocultaron el tropiezo. En Guadalajara, Peña no fue capaz de citar tres libros y el ridículo fue censurado por las televisoras. Esta vez, Televisa tituló: “Forenses argentinos respaldan trabajo de la universidad de Innsbruck”.

Los periodistas y medios oficialistas renuncian a investigar e informar y defienden las versiones dudosas de un gobierno sacudido por los errores y el descreimiento. Cuando la procuradora dijo que incorporaría el peritaje de la CIDH que descalificó la verdad histórica de Ayotzinapa, los columnistas domesticados parecían niños desorientados sin saber qué hacer y decir cuando el gobierno da un bandazo para controlar daños, o tropieza en sus enredos.

Si la extraordinaria obra de Kapuscinski parte de la importancia de comprender la existencia compleja del otro, el gobierno actúa con un desprecio escalofriante hacia los mexicanos, a los que se supone que se debe y representa.

Al término de la  conferencia ininteligible, la procuradora rechazó preguntas, quizá concentrada en el golpe mediático que horas después descalificarían los peritos argentinos. Como en la novela, el gobierno impone una realidad de ficción que hace correr en los medios controlados.

Eduardo Sánchez, vocero de Los Pinos, acostumbra llamar a los medios para quejarse porque en las imágenes el presidente Peña aparece triste o enojado.

El mundo visto por un gobierno que vive en su propia novela.