‘La razón en momentos de fe’, por @drabasa

En su magistral ensayo “Fe y razón”, el escritor italiano Roberto Calasso hace un recuento del siguiente pasaje de los Dichos de Confusio: “Una vez un discípulo le preguntó: ‘Si un rey un día os encargara un territorio para gobernarlo según vuestras ideas, ¿qué haríais en primer lugar?’. Confucio contestó: ‘Rectificaría los nombres’. Y luego explicó a su desconcertado discípulo: Si los nombres no son correctos, si no corresponden a la realidad, el lenguaje no tiene objeto. Si el lenguaje no tiene objeto, la acción se vuelve imposible –y así todos los asuntos humanos se disgregan y administraros llega a ser fútil e imposible”.

El escritor israelí Etgar Keret ha publicado recientemente dos artículos que levantan un clamor en esta dirección para tratar de detener el desastre humano en Gaza. En primer lugar, Keret propone rectificar el discurso alrededor del conflicto y dejar atrás esa panacea conceptual que es la “paz” para empezar a hablar de un acuerdo. En su artículo “Dad una oportunidad al acuerdo” publicado por el diario español El País, Keret dice “la palabra ‘acuerdo’ exige los mismos requisitos a todos los que la usan: aceptar desde el principio que habrá cesiones y quizá incluso que, más allá de la verdad justa y absoluta en la que cada uno cree, puede existir otra verdad.

Y en el mundo racista y violento que habitamos, ni siquiera esa nimiedad es desdeñable”. Complementa la idea en un artículo publicado por la revista New Yorker titulado “La otra guerra de Israel” en el que cuestiona el discurso enfebrecido de la derecha radical de su país que ha dividido de forma obtusa y maniquea la opinión pública entre aquellos que están a favor de la causa de la nación y aquellos que se oponen a la existencia de Israel (incluidas voces de israelíes disidentes que no discriminan entre palestinos e israelíes a la hora de sentir las víctimas). La voz de Keret adquiere un doble valor por la situación en la que se encuentra.

Hace unos días su esposa, la cineasta Shira Geffen, pidió un minuto de silencio antes de la proyección de una de sus películas en honor a los niños y niñas muertos en Gaza. La mitad de la sala se salió del cine y de inmediato se instrumentó una campaña de odio en contra de Keret y su mujer a quienes acusaron de haberse exiliado a Francia (falso, ambos se encuentran en Tel-Aviv con su hijo pequeño Lev) desde donde era muy fácil, decían los críticos, compadecerse por los palestinos.

Cada vez es más difícil trazar un mapa puntual de la realidad porque las noticias y casi todos los debates públicos se encuentran sesgados por posturas que privilegian intereses o que anteponen ideologías rabiosas e ignorantes. La realidad pareciera ser un territorio por conquistar por aquel que logre articular una voz con más decibeles y no más razonable.

En medio perdemos la capacidad de entender que los conflictos, por definición, se presentan como la fricción de dos realidades que se contraponen. Rectificar los nombres, como sugiere Confusio, recuperar nuestra capacidad para alcanzar puntos de convergencia a través del lenguaje, reconocer el derecho de existencia de los otros, se presenta no como una circunstancia deseable sino como el único sendero posible para evitar que la autodestrucción que tanto placer parece causarnos a los seres humanos siga arrasando con las vidas de cientos de miles de personas inocentes.

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(DIEGO RABASA)