“La soledad de Guerrero”, por @dmorenochavez

El video dura 3 minutos y 59 segundos, incluidos saludo y despedida.

Ese es el tiempo que le dedicó el presidente Enrique Peña Nieto al caso de los 43 jóvenes desaparecidos en Iguala. Lamentaciones, frases que ya hemos escuchado –“No habrá impunidad”- y la clásica: iremos hasta las últimas consecuencias (nunca he entendido cuáles son esas).

Al mensaje presidencial de este lunes, le siguieron anuncios sobre el envío de integrantes de la nueva gendarmería y el teatral anuncio del procurador general de la República, que se resume a un “yo iré para allá a encabezar las investigaciones”.

Y entonces, como guerrerense que soy, ¿por qué me sigo sintiendo tan solo? ¿Pues qué quería que dijera el Presidente?

Supongo que soy un iluso, pero esperaba más.

La desaparición de 43 jóvenes es el peor ejemplo, el más duro posible, del fracaso de una política de seguridad que lleva ya 8 años.

Pensé, por un momento, que habría ese reconocimiento o un anuncio espectacular o algo que renovara mi esperanza de que tenemos claro que no estamos haciendo nada verdaderamente efectivo, estructural, para frenar la violencia. Y que nuestra única “solución” es tener más y más policías… y por unos días.

Pensemos en el escenario ideal para los próximos días: detienen a los responsables (ojalá no los inventen), aparecen vivos algunos (ojalá todos) de los desaparecidos, hay nueva policía municipal y nuevas autoridades en Iguala. Ok. ¿Y?

¿Qué hacemos con el resto del estado? ¿Por qué suponer que no va a repetirse lo ocurrido días, semanas después? ¿Qué hacemos con los otros 80 municipios del estado?

Las autoridades estatales han demostrado que no pueden con el problema de la seguridad. Hay que reclamarles, exigirles cuentas, pedir todos los cambios necesarios. Ya se ha documentado, una y otra vez, la incapacidad del gobernador, del procurador estatal, del secretario de Seguridad Pública y de casi todos los alcaldes. Que se vayan. Ok. Pero no podemos quedarnos ahí.

¿Qué hacemos con una policía municipal controlada por el narco?

Peor: ¿cómo reclamarle a un campesino guerrerense que se dedique al cultivo de amapola, en un estado que tiene 70 por ciento de la población en la pobreza? ¿De veras tienen opciones?

¿Qué salida tiene el alcalde de un municipio serrano para decirle no a las amenazas y sobornos del narco, sin presupuesto, sin capacitación, sin protección?

¿Cómo enfrentamos esa terrible complacencia de pueblos completos, que se han “acomodado” a vivir con el narco, porque ofrece protección y dinero o muerte?

¿Qué salida le damos a pequeños y medianos empresarios, que huyen de la zona o aceptan pagar extorsiones?

¿Qué respuesta le damos a las familias de dos mil víctimas de asesinato, sólo en 2013, que se quedaron impunes?

¿Cuándo van a enfrentar corrupción y complicidad de las autoridades estatales y municipales?

Desde el día que desaparecieron los estudiantes de Ayotzinapa han sido asesinados una decena de personas más en Guerrero. ¿Esos no importan?

¿Justificamos la ausencia de una nueva estrategia con el argumento de que el gobernador es de un partido y el Presidente de otro?

Yo sólo insisto: ya pasaron programas como “Guerrero Seguro”, ya se enviaron militares, gendarmes, ministerios públicos en los últimos años. Y nada cambia.

¿Nos esperamos al próximo caso? Yo no quiero sólo policías por unos días. Quiero más.

Pero hoy, como guerrerense y después de escuchar de nuevo esos casi 4 minutos de mensaje, sólo puedo decir: que solo me siento.

(DANIEL MORENO CHÁVEZ | MÁS POR MÁS)