Otra lista para fin de año

En estos días abundan las listas de lo mejor que hubo en el año. Que los 50 mejores goles; que los mejores partidos, jugadas, remontadas, errores, contrataciones, porteros, delanteros, defensas de 2015. Que las peleas con más ganancias y más chingadazos. Que las canciones más sonadas en Spotify. Que los artículos más vendidos en la piratería. Que los 10 smartphones que vienen del futuro. Que los cinco videojuegos, películas o series con que desaprovechamos el tiempo. Que los memes que le dieron vuelta a las redes sociales. Que las fotografías o videos en donde vimos las miserias humanas. Que los libros que nos hicieron más cultos. Que las apps más pedidas. Que los gadgets y GIFS más utilizados. Que los mejores tuits y las mejores fotos de drones. Que los vestidos, vinos y juguetes más comprados. Que los sitios web más visitados. Que las notas más leídas o más comentadas. Y otras extravagancias como “los mejores consejos de nuestros periodistas”, “los mejores sucesos difíciles de creer” o “los mejores lugares para pasar el Año Nuevo”. Mi lista también es rara y unilateral: la componen aquellas personas, situaciones, animales o cosas que me alegraron el año.

Alguna vez leí que las notas de agradecimiento que se escriben al final de los libros son un grito con ganas de ser escuchado. Esto no es libro, lo sé, ni yo soy escritor. Pero es gusto gritarle:

LEE LA COLUMNA ANTERIOR DE ALEJANDRO ALMAZÁN: LOS GRINCH NO EXISTEN; ES LA FAMILIA

A V (por escucharme, por aconsejarme, por estar en la misma esquina del ring y por acompañarme en este camino hacia la tranquilidad).

A la Alice (porque eres una guerrera y porque, como Connie Corleone, siempre estás pendiente de la manada).

A Carlos y a Jorge (porque, además de hermanos, seguimos siendo amigos. Los mejores).

A Handalah (por ser mi parnita).

Al Meño (porque fuimos, somos, un gran dúo. Nos irá bien como solistas).

Al Diego (por ser el lobo genio e infrarrealista, y por ese viaje irreverente a la ciudad de los muertos).

Al Sánchez (porque, aunque empezamos el año con el pie izquierdo, crecimos y nos entendimos como en los mejores tiempos).

Al Gus (por ayudarme cada vez que se hunde mi barco).

A Jaia y a don Marcelo (por prestarme su cama).

A Frank y a Jovi (por hacerme parte de su familia).

Al Reyna (por el cariño, las risas y por esas aventuras en TJ).

Al John (por la poesía y porque no cualquiera resiste esos dolores del apéndice).

A la Tutu (por ser una buena cómplice y por estropearle un poco la fiesta al cabrón de Duarte).

Al Wilbert (por quitarme el hambre con esa cochinita pibil y las correcciones de Ciudad Chilango).

A Élmer, Parra y Juanjo (por ser los Obi Wan Kenobi).

A Nel, Adriana, la Rebe, la Vania, la Naye, la Melissa, el Chamán, Valencia y el Raúl (porque son la clica).

A mis vecinos (porque salieron a votar por el No al ShopChapultepec y vencieron al alcalde).

A los padres de los 43 (porque no se dan por vencidos).

Al Alonso (por esos días en Guadalajara que me hiciste sentir acompañado).

Al Pepino (por la chamba, por la amistad).

A don Germán (por las historias).

A Equis, Ye y Zeta (por cruzarse en mi vida).

Al Martín (por la barbacoa).

A la FNPI (por las enseñanzas, la camaradería y la rumba).

A Julián Herbert (por los libros, los tragos y la música).

A Yuri Herrera (por el impulso a escribir de la infancia).

A Rodrigo Fresán (porque su libro Mantra es la mejor novela que he leído sobre el DF).

Y a ti o usted por leerme cada martes.

Dicen que el Año Nuevo trae la esperanza de que, en adelante, todo se arreglará. Ojalá así sea.