‘Pensamiento colectivo’, por @drabasa

Antes de que los secuestros y asesinatos de tres jóvenes israelíes y un brutal asalto cometido a un joven palestino iniciaran la nueva batalla entre Israel y Palestina en la Franja de Gaza la revista norteamericana Harper’s, una de las más brillantes publicaciones en todo el mundo, convocó a un grupo de especialistas diversos y variopintos a hablar sobre los posibles escenarios en el futuro próximo entre estos países.

El grupo iba desde posiciones de la extrema derecha judía como Dani Dayan, antiguo alcalde de las comunidades judías de Judea y Samaria (o sea, los territorios ocupados en Cisjordania) hasta Khalil Shikaki, director del Centro de Investigación Palestino de Políticas Públicas en Ramallah, pasando por intelectuales de grueso calibre como Eva Illouz, empresarios como Erel Margali, un antiguo ministro de economía palestino como BassimKhoury o periodistas como Danny Rubinstein. El foro pone de manifiesto el terrible atolladero en el que se encuentra la región.

Los palestinos, encendidos e indignados por el desastre humanitario en Gaza, exigen que Israel se retire de inmediato de los territorios ocupados y permita el establecimiento, pleno y soberano, de una nación palestina (reconocimiento que, argumentan, ya les ha sido otorgado por más de tres cuartas partes de la comunidad internacional).

Los israelíes moderados claman por el establecimiento pacífico de fronteras y porque los árabes respeten el derecho de existir de los judíos. Los judíos reaccionarios claman por un control más profundo, por la fuerza como único instrumento para “pacificar” la región y se desentienden de cualquier solución a corto plazo que implique la independencia total palestina.

Al margen de las posturas que se esgrimieron en el foro –argumentos, todos, de alto nivel entre especialistas, intelectuales y actores de primera línea en las trincheras políticas de ambos países– el ejercicio resalta como una muestra de cómo se deben de tratar los temas complejos de grueso calibre de cara a la opinión pública.

A diferencia de la manera en la que se hace política en México, en donde la ciudadanía más informada se siente cada vez más ignorada y soslayada por políticos que no hacen sino “comunicarse” con sus “representados” a través de trillados y obsoletos lugares comunes, ignorando toda postura crítica, por medio de mensajes manipulatorios cuya  eficacia muestra el pobrísimo nivel educativo y de pensamiento crítico que impera en el país y que le permite a las cúpulas de poder seguir gobernando de la mano de las televisoras, el ejercicio de Harper’s entiende el valor de la discusión pública en la que se produce un intercambio de ideas que excede los meros tintes propagandísticos asociados a alguna facción política –en nuestro país cada vez más difíciles de distinguir entre sí, por cierto, en cuanto a transparencia, competencia y honestidad se refiere.

Se genera conocimiento, se trazan alternativas, se plantean posturas disidentes y se ofrecen panoramas alternativos a las versiones oficiales. Aspirar a un entorno político menos degradante y humillante para los ciudadanos que están atentos a las andanzas de los grandes señores del presupuesto público pasa irremediablemente por la articulación de un verdadero espacio de discusión colectiva que tenga un peso real en lo único que parecen entender nuestros gobernantes (el peso electoral) o en la configuración de estructuras de sociedad civil que frenen, aunque sea un poco, la apabullante impunidad con la que se ejercen el poder y el dinero público en México.

La discusión, huelga decirlo, no será promovida desde arriba. Queda en manos de los medios y de los ciudadanos mismos organizar estos foros de pensamiento y discusión vitales para el rumbo de nuestro país.

 

(DIEGO RABASA / @drabasa)