Pienso, ¿luego voto?, por @DiegoEOsorno

Atenco, Hermanos Bribiesca, Pasta de Conchos, las ligas de Bejarano, Oaxaca, Gasolinazo, Michoacán, Hiper Deuda Pública, Villas de Salvárcar, Moches legislativos, San Fernando, Guardería ABC, Allende, Acueducto Monterrey, Tlatlaya, Tren Chino, Ayotzinapa, la Casa Blanca… en el México del siglo XXI, unas cuantas palabras enlistadas una tras otra pueden remitirnos a un enorme caudal de afrentas de la clase gobernante en contra de la ciudadanía.

El repertorio de agravios abarca a todos los partidos políticos que han llegado a diversos niveles de poder en los años recientes e incluye actos de irresponsabilidad, frivolidad y latrocinio que son de conocimiento público.

Luego del fracaso del PAN en el gobierno y el regreso del PRI a la presidencia, los rasgos de autoritarismo y corrupción más arraigados del viejo sistema político mexicano permearon a todo el conglomerado de partidos que se sostienen como opción de gobierno apoyados en leyes a la medida, dinero, spots electorales, distorsiones mediáticas y fuerzas del orden.

Hace casi dos años comentaba esta situación con Andrés Clariond y Gabriel Nuncio, compañeros de Agencia Bengala, y analizábamos la forma en que podíamos retratar la indignación ciudadana que ha crecido a la par de esta descomposición política. Algo que no sólo pusiera el enfoque en la indignación, sino que además nos pusiera a pensar como sociedad. “Indaguemos como fuimos de Platón a Medina”, soltó Andrés.

¿Quién es Medina? Rodrigo Medina asumió el cargo de gobernador de Nuevo León con una imagen fresca y de empuje (tenía 37 años), que a algunos les hacía olvidar al PRI rancio y despótico que en realidad representaba. Cinco años después es el mandatario que más ha endeudado al estado de Nuevo León y que más denuncias de irresponsabilidad y negocios de corrupción ha acumulado. Con dinero, medios y fuerza pudo llegar y sostenerse en el poder, pero lo novedoso es que las circunstancias actuales del sistema político mexicano privilegian el prototipo que representa Medina: el del político chatarra, aquel que sólo trabaja una imagen hacia fuera, pero que por dentro no tiene contenido o está podrido. En tiempos del videopoder es más fácil que un político sonriente y sin ética pase por el ojo de una aguja que alguien sabio y congruente gane una elección.

Aunque sabemos que no es un asunto exclusivo de Nuevo León (Manuel Velasco en Chiapas, Aristóteles Sandoval en Jalisco, el propio presidente Peña Nieto…), quisimos analizar esta situación reuniendo y comprometiendo a un grupo de exgobernadores sólo de Nuevo León para que respondieran frente a la cámara cuestionamientos acerca de su experiencia directa en el acto de gobernar.

El ejercicio resultó interesante como revelador. En la coyuntura electoral, el documental titulado El Poder de la Silla se estrena hoy en el Tec de Monterrey a las 6:30 pm. Esperamos que sea una provocación: una provocación para no votar, o para que, en su defecto, el voto sea siempre un acto informado y realmente pensado.

(DIEGO ENRIQUE OSORNO)