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06066 | No eres tú, es tu cerebro

Opinión

¿Qué tienen en común canciones populares de Shakira, Pharrell Williams, Adele y la famosa “Despacito”?

Se suele decir que los éxitos musicales de cada año siempre suenan a lo mismo o, al menos, de una forma muy parecida. Pero no ha sido sino hasta ahora que un grupo de investigadores se puso a analizar más de 26 mil canciones que han ocupado los primeros lugares en las listas de popularidad para definir si existe algún patrón de ruptura en los temas más escuchados de todos los tiempos.

Esto quiere decir que, aunque la música comercial parta de una base genérica, para que llegue a triunfar necesita de un elemento que la diferencie de sus rivales y este elemento suele ser algo que sorprende a nuestros oídos y que, según los científicos, termina por convertirse en un cambio armónico que consigue producir placer en nuestras cabezas y así determinar cuáles son nuestras canciones favoritas.

El estudio titulado “Características de la creación y producción de hits durante el siglo XXI” encontró que, entre los parámetros que definen un éxito musical, están la estructura, métrica, tempo, duración, tonalidad y armonía, además de, por supuesto, los factores culturales, pero, sobre todo, llegó a la conclusión de que para que una canción alcance lo más alto de las listas de popularidad, debe encontrar el equilibrio perfecto entre familiaridad y novedad. Es decir, debe existir una cierta similitud entre canciones populares de una misma época, pero también deben contar con un punto de distinción, que al final es lo que se nos queda grabado en el cerebro, para convertirse en trancazos musicales, y este puede ser desde un acorde o una combinación extraña, hasta un sobresalto silencioso, como la famosa pausa del deeeeeeeespaaaacito…

Y si en el 2006 fue “Hips Don’t Lie”, de Shakira, para el 2007 fue Rihanna y su “Umbrella ella, ella…“. Y si hablamos de repetición, qué me dicen del “Po-poker Face” de Lady Gaga.

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¿Que el azote vende? Preguntémosle a Adele y su “Rolling in the Deep” o la melancolía de Harry Styles en la canción “Sight of the Times”.

Y si hablamos de factores culturales, qué me dicen de los videos que encumbraron al Harlem Shake en el 2013.

Así que no lo digo yo, lo dice la ciencia: todos tenemos placeres culposos y, al mismo tiempo, todos somos más que culpables de que canciones infames terminen siendo un éxito.

Como diría Homero Simpson… “estúpido cerebro”.