Viejo y nuevo periodismo, por @guillermosorno

Ayer en la mañana escuchaba en la radio la extensa respuesta que Carmen Aristegui daba al columnista Salvador García Soto que, en sus artículos de El Universal, sugirió que el reportaje sobre la casa blanca de la primera dama de México, una de las piezas de investigación periodística más contundentes que se han publicado en tiempos recientes, habría sido en realidad una filtración otorgada por el ex jefe de gobierno Marcelo Ebrard, y un grupo equipo especializado en inteligencia y espionaje político.

 Aristegui, que tiene un estilo característico de estirar y estirar un tema, le dedicó más de media hora (al final llegué en auto a mi destino y no supe en qué acabó) a una refutación, contando, en voz de los periodistas involucrados, cómo se hizo el trabajo. Yo me preguntaba si valía la pena dedicarle tanto tiempo a desmentir una columna que ni siquiera revelaba su fuente; la riqueza de la investigación misma sería siempre la mejor defensa.

(Además, creer que una investigación así es producto de una venganza política me parece vil contra el propio gremio y sólo me hace pensar en qué intereses políticos están, de hecho, detrás de la propia columna, pero eso ya me da dolor de cabeza)

En todo caso, el contraste me hizo reflexionar lo siguiente: que el periodismo en México está en la misma coyuntura que el resto del país. Algo está acabando, algo está naciendo.

No sólo la figura del periodista que hace las funciones de una caja de resonancia de varios intereses políticos, con información obtenida en los pasillos del poder, se ve cada vez más anticuada, sino que también veo vastas organizaciones periodísticas que se están mostrando viejas, incapaces de conectar con los lectores, sin importar el signo político.

Sólo por mencionar algunos casos recientes: casi todos los periódicos nacionales llevaron el tema de la casa blanca sólo como una reacción de la presidencia. Y de las marchas, muchos periódicos se enfocaron en la violencia; en cambio Record, un periódico deportivo, capturó las manifestaciones como un reclamo de la gente, como lo han hecho los medios internacionales.

En el otro extremo estarían algunos medios nuevos y una generación de periodistas que ha decidido salirse de los canales tradicionales e intentar nuevas rutas. No deja de ser sintomático que el reportaje de la casa blanca se haya publicado en el sitio Aristegui Online, en forma de video, y que el trabajo haya tomado forma en un taller de periodismo de investigación convocado, entre otros, por la organización Periodistas de a Pie.

Algunos medios están como la clase política, en la lona; pero hay periodistas que están como la sociedad civil, despiertos, alertas y con ganas de que cambien ya las cosas.

 (Guillermo Osorno /@guillermosorno)