Xalapa sin el Hay Festival, por Guadalupe Nettel

Escritora mexicana. Autora de cuatro libros de cuentos, el ensayo Para Entender a Julio Cortázar y de las novelas El Huésped y El Cuerpo en que Nací.

¿Puede la cultura hacer algo contra la violencia? Es una pregunta que me he hecho en distintas ocasiones. Hace unos días, cuando me invitaron a firmar una carta a favor de que el Hay Festival saliera de Xalapa donde se celebra a partir del 2012, la interrogante volvió a presentarse. Me dije que quizás la mejor manera de combatir la violencia no era privando a las zonas afectadas de manifestaciones como ésta, sino justo lo contrario: aumentando las oportunidades para que la gente se acerque a los libros.

La primera vez que estuve en Colombia, invitada justamente por el Hay, me impresionaron las políticas culturales de ese país, diezmado, durante más de veinte años, por la guerra y el narcotráfico. En los barrios más desfavorecidos de Bogotá abundaban las bibliotecas y, lo que es mejor: las actividades literarias que se celebraban en ellas tenían muchísima audiencia. Pero no sólo las grandes ciudades habían adoptado esta política. Ya antes mencioné aquí el programa que consiste en transportar libros de un pueblo a otro llamado ‘la burroteca’ que tan bien ha funcionado en el campo colombiano. También en las favelas de Río de Janeiro la medida de las ONG, ha sido la de llevar libros en camiones y promover talleres literarios donde los jóvenes puedan contar sus historias y expresar su rabia de manera creativa. El Hay Festival tiene programas semejantes en escuelas veracruzanas, ¿era necesario privar a los alumnos de ello? La razón que los promotores de la carta daban para pedir el cierre del festival no era irrelevante. Se trataba de una denuncia, ante la comunidad internacional, sobre la situación de riesgo que viven los periodistas en el estado de Veracruz, en particular desde la llegada al poder de Javier Duarte.

En un momento en que el gobierno mexicano adolece de una gigantesca crisis de credibilidad, el periodismo de investigación es más necesario que nunca y, sin embargo, ejercer ese oficio en nuestro país implica arriesgar la vida. Según Artículo 19, tan sólo el año pasado hubo 330 agresiones a periodistas y donde más ocurrieron fue en Veracruz, que junto con Guerrero y Tamaulipas constituye uno de los estados más violentos de la república. Desde que Duarte asumió el poder en 2010, once reporteros han sido asesinados y cuatro más están desaparecidos. En el 2012 murieron en Xalapa Regina Martínez, corresponsal del semanario Proceso y Víctor Manuel Báez Chino, reportero y editor en Milenio El Portal. Ese mismo año, durante la primera edición del Hay Xalapa se leyó la lista de los periodistas muertos en Veracruz. Muchos de los invitados, entre ellos Jon Lee Anderson, Salman Rushdie y Carl Bernstein, pidieron que se garantizara la seguridad de quienes ejercen esa profesión. Sin embargo, las cosas no han cambiado desde entonces. El pasado 2 de enero, en el municipio Medellín de Bravo, un grupo armado sacó de su casa al periodista Moisés Sánchez Cerezo. Su cuerpo fue encontrado después, sin cabeza, dentro de una bolsa de plástico. Un ex policía confesó el homicidio y responsabilizó de esa muerte al alcalde Omar Cruz.

La cancelación del Hay, que recibía a más de 33 mil asistentes cada año, ha despertado reacciones encontradas. Algunos sugerían denunciar al gobierno dentro del mismo festival, sin saber que esto ya había ocurrido sin éxito. La petición del cierre no era la primera protesta, sino una medida extrema, después de otras más leves e infructuosas. Por ese motivo no pude sino sumarme a la lista de firmantes que, hasta el momento, asciende a 1089. Según El financiero, con la cancelación se perderán cerca de 20 millones de pesos. Para salvar la cara, Duarte ha amenazado con organizar un festival alternativo en el que, según sus palabras, “no habrá intelectuales”. ¿Cabe preguntarse qué clase de festival será entonces? ¿Una fiesta de Halloween? A nadie le sorprendería. Tanto la época del año como el ambiente en su estado se prestan para ello.

( Guadalupe Nettel)