“Y Jesús dijo: “¡A dónde vamos a parar!””, por @monocordio

“Cristo: personaje real que murió y a los tres días resucitó convertido en personaje imaginario”.

Diccionario del Caos.

Perdón, me confundí; no era Jesús, era el Buki, pero pudo haber sido Cristo. Quizás el Buki no sea más que otra encarnación de ese espíritu todopoderoso que viene a decirnos ¡ya basta!, pero ahora no con parábolas sino con canciones románticas de estilo grupero.

O no, ¿cómo saberlo? Una buena parte de mi infancia pensé que Jesucristo era el compositor de “Imagine” y que el que lo había traicionado era Paul McCartney. Ambos accidentes de la percepción obedecen a un hecho lamentable para el cristianismo pero contundente en la vida real: la influencia de Jesús, más que en el ámbito moral, se mantiene viva en el mundo de la moda.

Por eso muchas personas pensaron que Cristo se había aparecido en la ceremonia de los óscares hasta que les explicaron que se trataba del actor Jared Leto, al tiempo que miles de señoras alucinan que Jesús les da clases de yoga cuando miran a Alejandro Maldonado por tv.

Jim Morrison, George Harrison, Dave Grohl, Charles Manson, Devendra Banhart, Rigo Tovar, Aragorn y Bin Laden son apenas algunos de los más notables copistas de la imagen mesiánica de Jesucristo, sin entender que él se veía así porque en sus tiempos no había ni rastrillos, ni estilistas. Si las cosas hubieran sido distintas los estudiosos aseguran que Jesús hubiera sido muy parecido a Peña Nieto.

Lejos está nuestro mundo acelerado de hoy de las ideas de este personaje que en nuestro calendario litúrgico solo vivió tres meses. Difícil le resultaría al pobre Jesús no solo sacar a los mercaderes y a los pederastas del templo, sino sacar a las trasnacionales de los países donde se han enquistado, dándole al César la morralla de lo que ganan privatizándolo todo y explotando los recursos naturales de comunidades que abandonan a su suerte en cuanto toman lo que les interesa.

Lejos estamos del ideal de amarnos los unos a los otros y de buscar a Dios  por encima de la pantalla de nuestro móvil (sea lo que sea o no sea lo que no sea). Por eso mejor nos dejamos el cabello largo y nos dejamos crecer la barba e intentamos por lo menos parecernos a Jesús, aunque no seamos capaces de amarnos ni a nosotros mismos, ni de correr a los mercaderes de nuestra propia cabeza.

Lo que nos sigue relacionando fatalmente con Jesús y con sus tiempos es que hoy, igual que hace dos milenios, seguimos dispuestos a crucificar a cualquiera que no comulgue con nosotros. Libres de pecado como estamos, arrojamos piedras a diestra y siniestra. En eso digamos que sí mantenemos vivo el “espíritu del cristianismo”.

Y quienes están en la cruz, en las muchas cruces con las que marca la miseria al mundo, siguen cantando: “Always look on the bright side of life”. Jodida historia que no se deja de contar. Por los siglos de los siglos. Amén.

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(FERNANDO RIVERA CALDERÓN / @monocordio)