Cuando el diamante lo es todo

Hace un par de años, casi en secreto, llegó un estadounidense a los talleres de la calle Madero en el Centro Histórico para montar en un anillo un diamante de 18 quilates con valor de un millón 300 mil dólares.

El joyero que aceptó este trabajo cobró 10 mil pesos por el riesgo que significaba tener un diamante de este precio en sus manos. Hoy esta zona del Centro Histórico empieza a ser famosa por los sublimes diseños de anillos de compromiso que ofrece.

Los diamantes que se montan en los más de 72 mil anillos que se producen al año en estas calles de la ciudad provienen de países diamantíferos como Israel o Canadá y son comercializados en su mayoría por las empresas Piedras Finas y Aguilera.

Los propietarios son de origen judío, comunidad ampliamente reconocida como la dominante en la venta de este producto en México.

El brillante lo es todo

El oro es calentado a mil 100 grados centígrados hasta que se derrite y así pueda ser vaciado en un molde donde se formará un luminoso anillo listo para que se le coloque el diamante: la joya “más preciada” en la vida de una mujer.

Cientos de personas se alojan en pequeños talleres ubicados en edificios viejos del Centro Histórico. Son maestros joyeros quienes trabajan entre duelas roídas por los años y elevadores antiguos y diminutos.

Víctor Rocha es dueño de Servi Joyas, uno los 20 talleres especializados en la creación de estas piezas. Estima que del primer cuadro de la ciudad salen el 70% de todos los solitarios, –como también se les conoce a los anillos de compromiso– que se venden en el país.

Con el incremento del precio del oro, sobre todo en la última década, la población dejó de comprar esclavas, cadenas o aretes, cuenta.

Por eso, la única joya que ahora sostiene económicamente a la frágil industria joyera del Distrito Federal son los anillos de compromiso, señala Rocha.

NOS GUSTAN LAS BODAS

A la Ciudad de México nadie le hace sombra en la producción de solitarios, quizá un poco Guadalajara, entidad en donde sus joyeros han buscado por años acaparar el mercado nacional sin conseguirlo hasta el momento.

Entre réplicas de Tiffany, Bizzarro o Cartier, y claro, diseños propios, cada taller ubicado en los maltrechos edificios del Centro Histórico realiza aproximadamente 300 anillos de compromiso al mes, es decir entre todos al año producen más o menos 72 mil piezas, quizá más, si se toman en cuenta a aquellos joyeros de la zona que trabajan individualmente.

Directo a tiendas de prestigio

Fabián Alarcón posee un taller de anillos de compromiso al fondo del Centro Joyero de Madero 55 y cuenta que como él decenas de joyeros diseñan sus propios solitarios y crean piezas únicas que, aunque son una obra de arte, nunca llevan una firma, así que la autoría de estas joyas quedan en el anonimato, a pesar de la importancia que tiene cada una para miles de mujeres.

De talleres como el de Fabián y Víctor Rocha salen solitarios directamente a tiendas de prestigio, cuyos nombres nos solicitan no mencionar en esta crónica.

Una tienda departamental ubicada en la zona metropolitana puede vender hasta 4 mil solitarios en un precio siete u ocho veces superior al que lo adquirieron en el Centro Histórico. “La demanda de esta joya es impresionante, somos muchos en esta ciudad y cada persona quiere reglar o recibir uno”, señala Rocha.

DIAMANTES DE SANGRE

“No es raro que llegue gente a ofrecer diamantes de origen dudoso quequizá sean de contrabando o provengan de viejos conflictos como el de Sierra Leona, África”, dice Joaquín Alarcón un maestro joyero para referirse a los denominados ‘diamantes de sangre’, prohibidos desde 2003 por la ONU como parte del proceso de Kimberley.

Aunque la realidad es que la mayoría de los clientes que compran directamente en los talleres del Centro Histórico optará por un diamante de 10 puntos que no pasará de los 4 mil 900 pesos.

Anillos al alcance

Para los joyeros del lugar es casi un hecho que un hombre que tenga la capacidad de comprar un anillo de 100 mil dólares para su futura esposa no llegará con ellos. Irá directo a las boutiques de Nueva York.

Víctor Rocha expresa que aquí se puede hacer anillos de 40 mil pesos e incluso de precios mucho más altos, sin embargo él como todos sus colegas tiene que hacer piezas cuyo costo vaya desde los 1900 pesos para adaptarse a las posibilidades de la mayoría de la población.

La mujer que regaló un anillo de compromiso

Una mujer de 25 años se para tímidamente a fuera del taller de Joaquín y le encarga un solitario delgado, de líneas exquisitas con un diamante en forma de pera. Ella misma se siente obligada a confesar que es para proponerle matrimonio a su novia.

(JOSUÉ HUERTA| MÁS POR MÁS)