“El noble oficio del arbitraje”, por @DKrauze156

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Jamás he visto que un partido termine con ambos equipos abrazando al árbitro. A veces, cuando suena el silbido final, pienso en acercarme al hombre de negro y tenderle la mano. No puedo. Si gané, siento que mi agradecimiento huele a contubernio mafioso (“gracias por marcar ese penal, mano”); si perdí, siento que tiene tintes irónicos (mismo paréntesis). No importa el resultado: el árbitro siempre pierde.

Pocos lugares cuentan con tantas ligas amateurs como el D.F. Aquí hay más canchas de futbol que restaurantes. Están por todos lados: catorce tipos con uniformes que no riman, persiguiendo una pelota que rebota por el césped con la gracia de un dodecaedro. Aparte del mal futbol, hay algo que caracteriza a estos partidos: el rigor que se le exige al árbitro. Una amonestación amerita reclamos tan enfurecidos que cualquiera pensaría que está en Wembley y no en la cancha 4 de Villa Olímpica. Pero, ¿está bien exigirles a los árbitros amateurs? ¿Cómo se preparan? ¿Cuánto ganan?

Después de una breve investigación pude estimar la forma en la que opera este tipo de arbitraje. Empecé en la Liga del Club España, donde se rumora que juegan futbolistas que fueron profesionales. Antonio Fernández me tomó la llamada. Me explicó que su liga, una de las mejores del D.F., está afiliada a una escuela de arbitraje avalada por la Federación (como el Colegio Ramos Rizo), a la que se le paga una cuota para enviar árbitros capacitados.

Después le hablé a Jorge Alfredo Vázquez Herrera, comisionado nacional de Arbitraje de la Federación Nacional de Futbol Rápido y Futbol 7, para hablar de pagos. Tras tomar cursos de veinte horas, en los que se cubren aspectos teóricos y prácticos, los árbitros salen a trabajar en ligas donde ganan máximo 350 pesos por partido entre tres y, cuando se trata de Futbol 7, mínimo 90 pesos por central y 40 por cronometrista.

Finalmente me comuniqué con mi propia liga para ver si está afiliada a esos colegios. El administrador de cancha me explicó que la liga, que cuenta con más de cinco canchas en la ciudad, tiene sus propios cursos de capacitación. Dos hombres de negro pitan siete partidos al día y ganan entre los dos 120 por cada juego, para un total de 420 pesos diarios para cada uno. Si trabajan todos los días de la semana, cada uno gana 2,100 pesos semanales. Arriba del salario mínimo, sin duda, pero ciertamente menos de lo que ganaba Pierluigi Collina, cuya fortuna se calcula en 3.5 millones de dólares.

Quizás es hora de tomar todo esto en cuenta y darle la mano al árbitro. Después de todo, sin él no habría juego. Aunque se haya equivocado al marcar ese pinche penal.

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Daniel Krauze (México D.F., 1982) escribe sobre demasiadas cosas, de las que sabe mucho menos de lo que cree, para poder pagar la renta. En el 2012 publicó “Fallas de Origen”. También edita el blog de cine de Letras Libres en línea. Tampoco lo hace particularmente bien.

(DANIEL KRAUZE)