“La República de Slim”, de @RicardoMonrealA

Es el título de un amplio reportaje de la revista Expansión (Número 1113, abril 12, 2013). Señala que la fortuna del mexicano más rico del mundo lo convierte en el décimo producto interno bruto de América Latina.

Con 237 mil 955 empleados, “la nación Slim concentra una fuerza laboral que en México sólo supera la trasnacional Walmart”, señala Expansión, a la vez que dimensiona el impacto real que tuvo en valor total de este imperio empresarial la reforma en telecomunicaciones y la previsible mayor regulación en países latinoamericanos en este sector.

 Ante la eventual apertura de Pemex al sector privado, el grupo Carso “está listo para proveer a Pemex. Carlos Slim está involucrado en todas las etapas del proceso petrolero a través de 8 empresas en distintos países. La experiencia y sus recursos lo convertirían en un competidor clave dentro de la industria energética de México” (p.145).

El amplio reportaje induce a varias reflexiones. Una de ellas es que la esperada gran competencia entre los consorcios empresariales mexicanos en el área de telecomunicaciones (por un lado Carso, por el otro Televisa-TVAzteca) no será tal.

La segunda reflexión es cómo se llegó a configurar “la república de Slim”; es decir, cómo creció un poder económico de facto dentro del Estado mexicano.

En el conjunto de factores, destacan dos: la protección económica con la que operó durante dos décadas la empresa Telmex-América Móvil, que le permitió erigirse en empresa dominante en el sector de las telecomunicaciones; y la política de contención salarial de la mano de obra mexicana, que pone en desventaja a los trabajadores y empleados mexicanos de este sector en relación con sus homólogos de otros países.

Las políticas privatizadoras de los sucesivos gobiernos del PRI y el PAN en las últimas décadas, lo que hicieron fue cambiar al Leviatán público por un Behemot privado.

A pesar de vivir en una de las economías más abiertas del mundo, los consumidores en México se enfrentan a un mercado monopolizado que los obliga a pagar mayores precios por los productos y servicios.

“La Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico afirma que el 30% del gasto familiar en México se lleva a cabo en mercados con problemas de competencia” (Reforma, 25 de marzo 2013).

El bolsillo de los mexicanos y el ingreso de los trabajadores, no el incremento de las cuentas bursátiles de las grandes corporaciones económicas, debe ser el factor de referencia para medir el beneficio y la efectividad de las reformas económicas de un país.

Y hasta ahora, lo único que ha conocido el país es lo segundo y no lo primero.

¡Anímate y opina!

*Diputado Federal, Coordinador de los diputados de Movimiento Ciudadano. Exgobernador de Zacatecas.

(RICARDO MONREAL ÁVILA)