Movilidad = infraestructura + voluntad política

Cualquiera que ha cruzado un semáforo se ha podido percatar de la cantidad de vehículos que esperan con sus motores encendidos a que los transeúntes terminen de pasar, las marchas de los autos son una forma de intimidación que busca apretar el paso de los peatones pero que oculta grandes embotellamientos.

Para Enrique Peñalosa, ex alcalde de Bogotá, en todas las ciudades de América Latina se privilegia al automóvil en el espacio público y esto obedece a una razón política: el automóvil es la forma de desplazamiento de quienes tienen el poder de las decisiones.

LA RECETA

De acuerdo a Peñalosa para construir una ciudad amigable con todos los que la habitan -no sólo unos cuantos- y el medio ambiente es necesario pensar dos cosas básicas:

El primer paso a dar es identificar qué tipo de ciudad queremos y cómo queremos vivirla, este líder en el ámbito urbano detalló que tener una buena ciudad requiere de brindar calidad peatonal a los ciudadanos que lo hagan elegir estar fuera de casa.

Para lograrlo es necesario determinar cómo se distribuye el espacio vial y planear la manera de hacerlo equitativamente.

“La manera de evaluar lo que se hace en una ciudad es saber qué tanto prioriza el espacio peatonal” comentó Peñalosa y confesó que durante su alcaldía tuvo grandes incidencias con los automovilistas por brindar más importancia a los peatones y ciclistas.

LA SOLUCIÓN

Para este historiador, economista y político la solución sólo se puede pensar en términos de mejorar el transporte público. La movilidad, es decir la capacidad y posibilidad de trasladarnos a distintos puntos debe ser la clave para desincentivar el uso del automóvil.

Una red de transporte de amplia cobertura, un servicio de calidad y una tarifa justa aunado a la implementación de restricciones para el automóvil en ciertas zonas, limitaciones de estacionamiento y carriles exclusivos para el transporte público permitiría comenzar a desanimar a los automovilistas a usar el carro y subirse al metro o microbús.

Enrique señaló que el país a seguir en términos de movilidad sería Holanda ya que el 40 por ciento de los viajes se realizan en bicicleta y la mayor parte del espacio vial no está destinada al automóvil, sino a los ciclistas, peatones y los usuarios del transporte público.

“No es estar en contra de que tengan carro, sino de cómo lo usen” concluyó el especialista al ejemplificar ciudades como Londres, donde el carro tiene grandes restricciones en materia de costos para ser utilizado en la ciudad, pero resaltó que no se debe enfatizar en un impuesto a la tenencia, sino a los combustibles y estacionamientos.

EL INGREDIENTE SECRETO: LA VOLUNTAD POLÍTICA

De acuerdo a Peñalosa para poder lograr ciudades amigables hace falta una voluntad política más que detalles arquitectónicos, donde los funcionarios junto con la sociedad organizada planteen evaluaciones y metas reales que mejoren el espacio público al que todos los ciudadanos tenemos el mismo derecho sin importar partido político, condición de género o clase social.

(STEPHANIE VALGAÑÓN| MÁS POR MÁS)