“Retos del alpinismo en México (I)”, por @dkrauze156

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He notado un incremento en el interés por los volcanes de México. No por entender su peso simbólico, sus leyendas o la precaria situación en la que se encuentran los bosques que los rodean, sino por escalarlos.

No pasa semana sin que me tope con una imagen en las redes sociales de algún conocido en la cima del Nevado de Toluca, la Iztaccíhuatl o el Pico de Orizaba. Si bien no puedo tomar esto como una muestra estadísticamente fiable, el hecho es que la tendencia va en aumento, y así lo confirmaron tres personas a las que entrevisté para estas notas en las que exploro el estado del alpinismo amateur en nuestro país.

El primero, Carlos Romay, es director de México Travesías, que ofrece guías para los volcanes, ciclismo de alta montaña y escalada en roca. Franco Grasso, a su vez, dirige la Escuela Nacional de Alpinismo y Rescate Alpino ItalianTREK. Finalmente conversé con Salvador Delgadillo, director técnico del Club Alpino Mexicano, una asociación civil de alpinistas nacionales cuyos miembros ofrecen cursos de alta montaña, así como expediciones al extranjero.

Basta buscar guías alpinos mexicanos en Google para toparnos con infinidad de negocios que se jactan de ser seguros y tener decenas de años operando, mientras ofrecen sus servicios para subir las grandes montañas de México. Pero en un país en el que escasean los órganos reguladores para esta práctica de alto riesgo, ¿cómo saber si un guía es seguro? Franco Grasso asegura que “es difícil definirlo, pero sí hay cédulas que acrediten a profesionales”. El propio ItalianTREK y el Club Alpino Mexicano ofrecen cursos y diplomados, y Grasso, en particular, saca diversos diplomas para aterrizar su punto.

Me topo con certificados de Secretaría de Trabajo, Unión Internacional de Asociaciones de Guías de Alta Montaña, Protección Civil, Rescate Vertical Agreste y Alta Montaña, y muchos más. Para Grasso, la Sectur debería entregar distintivos específicos para empresa de turismo de aventura, cosa que no hace. También cree que las clases de alpinismo son útiles hasta cierto punto. “Tomar una clase de yoga no te hace un maestro, considera. “El alpinismo no es saber usar un piolet. El alpinismo son cientos de años de historia, además de un método didáctico y procedimientos bien definidos”.

“Semarnat, Conanp, Protección Civil y la Sectur deberían juntarse para definir los temas y requisitos y poder dar una certificación nacional y homologada”, dice Carlos Romay. Mientras esto ocurre, ¿qué se le puede pedir a un guía? Salvador Delgadillo explica que quien nos lleve a la montaña debe ser específico con respecto al equipo necesario: casco, calzado, arnés, y crampones y piolet para el Izta y el Pico. “Un buen guía no asegura la cumbre”, me dice en la oficina del Club Alpino, “un guía le da prioridad al bienestar del cliente”.

También recomienda que haya un profesional por cada tres amateurs, así como subir despacio, en el transcurso de varios días si es necesario. “En México, las grandes montañas se suben como kamikaze, en una sola noche, cuando debería tomar más tiempo para permitir que el alpinista se aclimate.”

En la próxima entrada sobre alpinismo en México abordaré el sutil arte del cuidado de la montaña por parte de los alpinistas.

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Daniel Krauze (México D.F., 1982) escribe sobre demasiadas cosas, de las que sabe mucho menos de lo que cree, para poder pagar la renta. En el 2012 publicó Fallas de Origen. También edita el blog de cine de Letras Libres en línea. Tampoco lo hace particularmente bien.

(Daniel Krauze)