El maravilloso sazón de Miguel Conde

La suerte ha estado del lado de Miguel Conde, un potosino que llegó a la Ciudad  de México con el sueño de ser actor.

Hoy, tras más de 15 años de estancia, lo ha conseguido junto con la fortuna de conducir y ser un pionero en la televisión de gastronomía. Egresado de la carrera de Administración de Empresas en San Luis Potosí, Miguel trabajaba en una empresa que hacía estufas, al tiempo que actuaba en obras locales. Hasta que un buen día decidió estudiar actuación en París, y al regresar completó su educación en la escuela de actuación Casa Azul, de la que fue parte de la primera generación. Aún como estudiante, recibió la oferta que lo convertiría en parte del imaginario colectivo de los espectadores de Canal Once: conductor de la Ruta del Sabor, uno de los programas más populares del canal del Instituto Politécnico Nacional.

Actor de tiempo completo

Aunque la fama le llegó como conductor, Miguel Conde nunca ha parado de actuar en teatro desde que egresó de Casa Azul, mientras lo combinaba con roles en televisión y cine. “Es una carrera de resistencia, así que soy un sobreviviente, si pasas 10 años ya la hiciste”, expresa orgulloso mientras relata su trayectoria. ¿Hay alguna preferencia por la actuación o la conducción? Miguel defiende a ambas y es algo que ha aprendido con el paso del tiempo, pues en sus inicios peleaba contra quien quería encasillarlo, sin considerar que para conducir también se requieren dotes histriónicos. “No hay una escuela de conducción en México y yo ocupo técnicas actorales al momento de estar con un micrófono, pues trabajamos con las emociones”, argumenta.

Las dos carreras complementan la vida de Miguel, en el sentido de que ambas requieren la provocación del público y su entretenimiento. Además de que han sido su sostén económico, pues el trabajar en Canal Once le ha permitido tomar proyectos teatrales de bajo presupuesto. Y ha constituido un reto el demostrar a directores que no solo se trata del conductor del famoso programa de cocina, sino de un actor en todo el sentido de la palabra.

Dramón familiar

Por fortuna, hasta ahora la apuesta doble ha funcionado. Mientras ofrece entrevistas, Miguel ensaya la obra de El Juego de la Silla, de la argentina Ana Katz. Una historia centrada en Víctor, el hijo pródigo de una familia que regresa a casa tras varios años para descubrir que lo único que reconoce es la incomodidad. “Es un delicioso drama familiar”, describe a la obra, en la que no faltará la comida en el escenario. Margarita Sanz, Mahalath Sánchez, Gabriela Guraeib, Ana Beatriz Martínez y Alejandro Guerrero comparten créditos con Miguel.

Y mientras sortea los proyectos actorales, el potosino administra  su propio restaurante, recién inaugurado en su tierra natal.  The Barn, de comida norteña con especialidad en Discadas y al que describe como uno más de sus hijos… todos los cuales acaban regresando a la comida y al sabor, por cierto.