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Inframundo, de Bernardo Esquinca, una sucursal del infierno

Ciudad

Inframundo de Bernardo Esquinca pertenece a una de las sagas más destacadas de la literatura mexicana reciente

Inframundo de Bernardo Esquinca es la cuarta entrega de la saga Casasola —La octava plaga, Toda la sangre y Carne de ataúd son también parte de la historia—. Ahora, el experiodista que ha enfrentado a toda clase de monstruos, asesinos y fuerzas ocultas trabaja como editor de una publicación mensual del Museo Nacional de Arte. Tiene una novia que está a punto de dejar su trabajo como escort y su vida por fin parece llevar un rumbo tranquilo.

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Pero todo cambia cuando, justo afuera del museo, se encuentra con la víctima de un accidente de tránsito: aparentemente se trata de su excompañero Verdusco, un experimentado reportero de nota roja que perdió la vida hace tiempo en manos de la “Asesina de los moteles”. Las apariciones continúan y la sospecha se convierte en realidad: el Consejo de Periodistas de Nota Roja Muertos busca contactarlo para detener a una legión de muertos vivientes que está hundiendo la ciudad hacia el inframundo.

Con la ayuda de un fotógrafo retirado en un manicomio, una médium, la reencarnación de su abuelo y los miembros de una red secreta de indigentes, el periodista deberá también resolver el secuestro de su novia y una serie de crímenes que involucran a un libro, que alguna vez fue posesión de Blas Botello, astrólogo de Hernán Cortés, y que es capaz de hablarle a sus dueños y predecir muertes y catástrofes.

Y, como escenario, el Centro de la Ciudad de México, un lugar frenético y escandaloso que se aferra a sus habitantes y no los suelta, igual que la mandíbula de un perro de peleas, o, como lo describe Esquinca: “una sinfonía ruidosa donde lo singular terminaba por perder sentido”.

Inframundo de Bernardo Esquinca Portada
Foto: Especial

Inframundo

Bernardo Esquinca

Almadía, México

2017, 232 páginas, $269

 

 

 

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