Irvine Welsh: Escritor

POR ÉDGAR CORONA:

Irvine Welsh lo imaginamos caminando por las calles de algún suburbio en Londres, tomando cerveza en un ruidoso pub o mirando futbol desde el rincón de un sucio restaurante. Sin embargo, para el creador de Trainspotting, Pesadillas del Marabú, Skagboys, Porno y Filth, las cosas han cambiado sustancialmente desde hace varios años: Welsh ahora radica en Estados Unidos y se pasa el tiempo preparando libros e historias para Hollywood, una situación que incrementa sus bonos en la industria de la literatura y del cine.

De tez pálida, y con una seriedad que se rompe al instante de iniciar conversación, el escritor británico tiene una nueva aventura llamada La vida sexual de las gemelas siamesas, un libro que inevitablemente recuerda a la canción Siamese Twins, de The Cure, perteneciente al disco Pornography, aunque aparentemente no existe ninguna conexión directa. Situada en Miami e inmersa en la cultura del consumo y en la civilización del espectáculo, la novela de Welsh es un inquietante relato que tiene como puntos específicos el sexo, el físico perfecto, la comida, la obsesión por la fama y el empeño de los medios de comunicación en convertirlo todo en un circo.    

A manera de crítica, y sin dejar el toque corrosivo que lo distingue, el autor efectúa una historia llena de contrastes a través de los personajes de Lucy Brennan y Lena Sorensen, dos mujeres de cuerpos completamente diferentes que comienzan una relación cargada de sadomasoquismo, enriquecida por dildos y mucha comida. Así, las dos adictas descubren por televisión la historia de unas siamesas que han decidido operarse para separarse y de paso convertir la intervención quirúrgica en un espectáculo mediático.

De forma atípica a los planteamientos de otros personajes en sus libros, Irvine Welsh explora la relación de las adicciones desde una óptica en donde el camino no parece tener retorno, una serie de obsesiones que, como señala el propio libro: “Son un tour de force que aplica la lupa y las lentes distorsionadoras a la realidad americana y sus excesos, siempre con una explosiva combinación de culto al cuerpo, perversión sexual, obesidad y telebasura”.

La perspectiva narcisista está representada por el personaje de Lucy Brennan, una chica de cuerpo escultural y experta en fitness, mientras que el lado semihedonista tiene su mejor expresión en Lena Sorensen, una mujer obesa y deprimida, quien queda fascinada por la imagen de Lucy y quiere contratarla como entrenadora personal para que le ayude a perder unos kilos.

Así, el escritor refrenda en La vida sexual de las gemelas siamesas la inclinación por las figuras que van más allá de las normas sociales comúnmente admitidas, algo que también realiza en Filth, una novela que tiene como protagonista a un oficial de policía corrupto que ambiciona a toda costa un ascenso sin importar las consecuencias. La historia también fue llevada al cine de la mano del director Jon S. Baird y cuenta con la actuación de James McAvoy, actor de cine y teatro escocés, quien para Irvine Welsh representa uno de los mejores de este momento.

“Mi mamá me dice: ¿de dónde sacaste a ese oficial de policía que todos lo quieren?”, comenta en referencia al personaje que interpreta James McAvoy. 

Respecto al contenido de su más reciente novela, el escritor ha dicho: “Creo que nos hemos rendido a un extremo narcisista hasta el punto de que nos negamos a envejecer o aparentar ser más débiles. Por supuesto, se trata de una batalla perdida, pero nos han vendido que se puede ganar sí compramos esto o aquello, o sí hacemos el suficiente ejercicio y dejamos de comer. Sólo es un mercado más”.

En el capítulo “Trajes de sebo”, el personaje de Lucy Brennan ejemplifica lo señalado por el autor: “Voy hacia el guardarropa y me pongo una falda vaquera negra, corta y ajustada. Después me pongo una medias y un liguero con ribetes morados. Un sujetador de encaje negro le pone mis tetas en plena jeta al mundo, y me enfundo una blusa transparente de seda gris de manga larga. Rematan la indumentaria unas botas de cuero que me llegan hasta las rodillas dotadas de unas feroces hebillas de plata. No es suficiente, porque la clave de todo son los accesorios”. 

Irvine Welsh conversó con nosotros, para permitirnos un acercamiento no sólo a La vida sexual de las gemelas siamesas, sino a su postura en torno al futuro de las drogas, la “repercusión” de Trainspotting en su vida, la importancia de la música en sus historias y su visión sobre México.

Hay una constante en tu trabajo como escritor que vuelve a presentarse en La vida sexual de las gemelas siamesas, una especie de obsesión hacia los personajes que tienen alguna adicción y que también poseen una marcada tendencia hacia lo marginal. ¿Cómo fue que construiste estos personajes y qué te llevó a crear esta historia que, de muchas maneras, es una crítica hacia la voracidad y el consumismo estadounidense?

Lo que pasa es que Miami es una ciudad muy visual y la gente está demasiado obsesionada por su imagen.  Obviamente es por el calor y por la luz. Es esta propia luz la que atrae a los fotógrafos, a los modelos y a los artistas a la playa.  La gente quiere verse bien y también ambiciona lucir de la mejor forma. Sin embargo, esta sociedad es mucho más propensa a la gordura debido al consumismo: la gente se aprovecha de esta situación y se la pasa tomando pastillas, para después volverse miembro de algún club o gimnasio, cuando en realidad, sí verdaderamente desearan bajar de peso, simplemente podrían consumir menos.

¿Qué sucede con Irvine Welsh cuando empieza a concentrarse en la creación de un libro, en que momento dice: “esto es lo que yo quiero contar, esto es lo que yo quiero decir”, digamos, qué es lo que te define como un autor inquieto quien ha influenciado a una generación de nuevos escritores?

En realidad no lo sé. Pienso que es algo que viene mucho del inconsciente, de una forma instintiva, algo que no puedo saber con total certeza. Sencillamente las cosas llegan y nunca sé porqué ni de dónde vienen: sólo decido agárralas y  hacerlas.

Podría decirse que hay un antes y un después en la vida de Irvine Welsh con Trainspotting. ¿Cómo ha resultado la experiencia de mirar hacia atrás y observar todo lo que ha conseguido una historia que definió un momento y una generación, además de que continúa moviendo muchas conciencias?

Sinceramente no lo veo así. Para mí no existe un antes y un después a raíz de Trainspotting. Por supuesto que han pasado muchas cosas. Por ejemplo, algo fundamental en mi vida fue mudarme de Edimburgo hacia Londres y tener una primera esposa, para después de un tiempo tener una segunda esposa. También muchas cosas han cambiado en mi vida desde que me mudé a Hollywood. Entonces veo las cosas mucho más complicadas que sólo eso.

En la charla que brindaste frente a una multitud en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, hablaste sobre el futuro de las drogas en Europa, sobre lo determinante que es su consumo no sólo refiriéndote a nivel personal, sino en un contexto social y político. ¿Cómo asumes esta postura a través de tu labor?

En realidad las drogas son ubicuas, están en todos lados. Cuando pienso en mis personajes y en su comportamiento en relación con algunas drogas, no lo hago razonando en qué tanto puede modificarse ese comportamiento al estar frente a una serie de palmeras. Lo que creo es que, en realidad, el consumo de drogas no lo determina el donde te encuentras, sino distintas necesidades que ahora mismo están haciendo cambios en el mundo.

La música es un elemento que define muchas de tus historias, ¿qué tanta influencia tiene el trabajo de agrupaciones como Pulp o figuras como David Bowie?

La música es importantísima para mí. Casi siempre hago de mis personajes un verdadero playlist. De alguna forma soy un músico frustrado, por este motivo me gusta que mis libros muestren algo que tenga referencia con la música, en particular con la aventura del sonido, que es una cosa muy importante para que un libro también pueda convertirse en algo que te mueva tanto como lo hace la música.

¿Qué representa para Irvine Welsh estar en México, llegar a un país que le ha brindado una buena acogida a sus historias?

Es una circunstancia fabulosa. Hace seis años que me mudé a Estados Unidos y, desde allí, es fácil viajar hacia México y Centroamérica. Pienso que México es un gran país. En muchas ocasiones sólo nos dejamos llevar por una cosa, pero cuando ves de cerca es cuando te das cuenta de toda esa riqueza, algo que mezcla distintos elementos y que además posee diferentes rostros. Ya sea que estés en Oaxaca, Tijuana o Cancún, cada uno de esos lugares es un mundo completamente diferente.

Gabriel Retes toma una adaptación de Trainspotting para teatro, ¿tienes algún contacto con este director y qué piensas de esta producción que posee distintas particularidades en su guión?

Él fue muy amable al mandarme unos DVD de la obra, aunque todavía no los puedo ver porque no tienen una traducción, pero espero que en poco tiempo pueda hacerlo. Me parece que (Gabriel Retes) es un gran director. También me mandó una carta con mucha amabilidad. Para mí es un honor que una figura tan talentosa esté haciendo este trabajo, además de que creo que México posee muchos cineastas muy talentosos.

En qué te encuentras trabajando actualmente, ¿tienes algo en proceso de creación o qué es lo que te ha llamado la atención para poder escribir una nueva historia?

Estoy trabajando duro. Ahora justamente estoy haciendo cosas para la televisión. Se trata de una historia que sucede también en Miami, particularmente de dos artistas, y que planeo llevarla hacia un libro. Paralelamente estoy haciendo una serie sueca que se transmite en Chicago. Apenas acabo de terminar un libro que saldrá a la venta en abril. En este momento están llevando al cine dos películas: una es Slash (Porno, la segunda parte de Trainspotting) y también Spring Breakers, que es una película completamente diferente a lo que he hecho. Estoy muy ocupado trabajando en nuevas cosas.