¿Que si esto es el amor? Los Ángeles Azules en el Zócalo

¿Cuánta gente puede presumir que en su boda tocaron Los Ángeles Azules? Después del casorio colectivo de este Día de San Valentín, por lo menos mil 690 parejas, porque la jornada amorosa en el Zócalo remató con un toquín de la banda cumbianchera más querida del DF.

La presentación estaba anunciada a las siete de la noche y, en contra de lo que cualquier chilango podría pensar, no arrancó a las nueve ni a las ocho ni a las siete y media ni a las siete y cinco. Puntualísimos salieron los Ángeles, ellos con tacuche dorado, ellas con vestido negro de gala. El so-so-so-sonidazo retumbó en el Zócalo, ¡c-c-c-c-c-umbiaaaaa!

La primera parte del repertorio estaba diseñada para fans de hueso colorado, sin complacenicias para el gran público. “Aquí les va una que grabamos hace unos cuantos días… en los ochenta”, bromeó Elías Mejía El Doc para anunciar ‘La cumbia del acordeón’. También se echaron ‘La cumbia pa’ gozar’, ‘Mi único amor’, ‘La cumbia picosa’, ‘La cumbia del infinito’, ‘A la cumbiamba’ y ‘La cumbia de la tostadita’, además de ‘Toma que toma’, uno de los cóvers de su más reciente álbum, Viernes cultural. En esta primera parte organizaron concurso de baile en el escenario: subieron a varias chavas y, con el viejo método del aplausómetro, eligieron a la que mejor se movía. Una de las finalistas, que venía de Cuajimalpa, les dijo: “¡Estar con ustedes es mi sueño hecho realidad!”.

Después se soltaron con los éxitos, acompañados por orquesta sinfónica. Con las primeras notas de ‘El listón de tu pelo’, con la cantante María José como invitada, el público se prendió en serio. De ahí se siguieron con ‘Juventud’, ‘Cómo te voy a olvidar’, ‘20 rosas’, su versión de ‘Sólo llamé para decirte que te amo’, ‘Entrega de amor’, ‘Mi niña mujer’, ‘Mi cantar’, ‘Las maravillas de la vida’, ‘Paso la vida pensando’, ‘Amigos nada más’, ‘La cumbia de la cadenita’, ‘Mis sentimientos’ y ‘Ay amor’.

Aunque no todos bailaban, porque luego el chilango es muy tímido, a lo largo y ancho del Zócalo había gente desperdigada que sí se movía: familias enteras, desde el bebé de brazos hasta la bisabuelita; parejas de señores ataviados elegantísimamente, como para ir al California Dancing Club, presumiendo su experiencia en la pista; grupitos de hipsters que redescubrieron a la banda desde que Camilo Lara y Toy Selectah los producen, brincoteando felices; un metalero con playera de Mago de Öz dando vueltas magistrales con una punk de pelo rosa; un dúo de fresas muy bienportados y discretos; un grupo de turistas japoneses tomando fotos como locos e intentando emular el ritmo de los locales. Hasta los policías, que se estaban dando sus rondines, avanzaban con cara de rudos pero con pasitos tun-tun y las cabezas bamboleando guapachosamente. La cumbia no distingue edad, sexo, profesión, religión ni tribu urbana.

Para cerrar, el único éxito que les faltaba: ¡’17 años’! I Jay de la Cueva se subió al escenario para acompañarlos con su guitarra; aquí, en lugar de abucheos (como en el Vive Latino de 2012), arrancó alaridos y aplausos, especialmente de las chicas. Tocaron la versión extendida y rockera del tema, “chirirurín churín chururu”, cantada por Jay, muy guapo con su barba tupida como de máscara michoacana.

Terminó el tema pero, como no es concierto de Los Ángeles Azules si no repiten alguna canción, se la volvieron a aventar, al fin que el invitado ya estaba con ellos. En la segunda vuelta aprovechó para colarse a la batería y lucirse como multiinstrumentista. Más gritos y más baile, con toda la gente coreando: “¿Que si esto es el amor, que si esto es el amor?”. Y la respuesta implícita: sí, esto es el amor, un 14 de febrero rodeado de 100 mil defeños, hermanados por las rolas que han musicalizado la historia popular reciente de la mejor ciudad del mundo.

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(Tamara De Anda)