Una mentira, una verdad

Una mentira 

Marco Polo trajo la pasta a Europa cuando regresó de Oriente en 1295. Nadie sabe muy bien dónde se originó este mito pero una vez, en Oxford, Massimo Alberini dio una conferencia: “Por lo que he podido averiguar,  –dijo–la historia ‘china’ de Marco Polo nació en un artículo titulado A saga of Catai, que apareció en la revista estadounidense Macaroni Journal en 1929. Ahí estaba escrito que un marinero de la expedición de Marco Polo había visto una joven china preparando largas tiras de pasta, y que el nombre de ese marinero era Spaghetti. Se trata, obviamente, de una historia improbable.” En realidad los europeos llegaron a la pasta sin la providencial intervención de Oriente. En el mundo clásico, se dice por ahí, hubo ancestros de la pasta de hoy, como laganon o itria, pero no se sabe si pasaban de una suerte de tortillas. Los romanos tenían lagani (plural) que se cortaban en tiras pero no se sabe si los hervían como se hierve la pasta. El hervor aparece en el siglo V, en un libro llamado El Talmud de Jerusalén, donde se discute si la masa hervida puede o no pasar por pan sin levadura en las leyes de alimentación judías. Existe un documento del geógrafo árabe al-Idrisi que reporta, al principio del siglo XII, que en Sicilia se hacían tiras delgadas de pasta; y en 1279, dieciséis años antes del regreso de Marco Polo, se escribió una lista de pertenencias de un muerto, un tal Ponzio Bastone, que traía una “bariscella piena de macaronis”. Cuando yo muera, entiérrenme con un costalito lleno de macarrones. 

Una verdad

La mejor pasta del sur de la ciudad se produce y se come en La Trattoria della Casa Nuova, avenida de la Paz 40, San Ángel, T 5616 5787.

(Alonso Ruvalcaba / @alonruvalcaba)