CU expulsa a la salmonela

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A raíz de la ola de inseguridad en la UNAM, mejorar el pasillo de alimentos será una de las medidas para proteger a los estudiantes

ARTE: MICHEL LARIS

El “pasillo de la salmonela” quiere cerrar 45 años de historia con una nueva imagen urbana. Ahora, el Paseo de las Facultades, el corredor más conocido de venta de alimentos en los alrededores de Ciudad Universitaria, promete seguridad y calidad alimentaria para los estudiantes y trabajadores que, históricamente, se reúnen en el lugar para comer.

El programa es un proyecto piloto de reordenamiento de comercio en vía pública en el que trabajan la UNAM, la delegación Coyoacán, la Secretaría de Gobierno, la Agencia de Gestión Urbana (AGU), el Sistema de Aguas de la Ciudad de México (SACMEX), y la Autoridad del Espacio Público (AEP) y, de resultar exitoso, podría extenderse a otros puntos de la CDMX.

Además de mejorar la higiene y el uso del espacio, la renovación que se dio de común acuerdo con comerciantes tiene como objetivo aumentar la seguridad al exterior de CU a través del ordenamiento en el comercio, vigilancia e iluminación, esto a raíz de los tres fallecimientos registrados en menos de dos meses, así como las constantes quejas de asaltos y presunta venta de drogas al interior de la Universidad.

“Los comerciantes estábamos al pendiente de que el pasillo fuera seguro y, si pasaba algo, nos organizábamos para llamar a la patrulla, pero después de las 7 u 8 de la noche, nos íbamos y se quedaba solo”, dice Ricardo Hernández, miembro de la mesa directiva de comerciantes.

Máspormás tuvo acceso al render del proyecto, en el que se observa el acomodo que tendrán los 31 nuevos locales. Estos seguirán siendo individuales, metálicos, con techumbre y bancos para que las personas puedan comer. Todos los puestos serán uniformes en cuanto a medidas, colores y estructuras. Es un diseño de la Autoridad del Espacio Público similar al propuesto para la Glorieta de Chilpancingo.

En la zona se dará mantenimiento a las áreas verdes y se instalarán un par de islas o pérgolas que funcionarán como áreas de descanso y de consumo de alimentos.

De acuerdo con Francisco Acevedo, subsecretario de Programas Delegacionales y Reordenamiento en Vía Pública de la Secretaría de Gobierno capitalina, el proyecto tiene seis puntos y tres más que están en proceso de negociación.

Los aprobados consisten en la introducción de la red sanitaria, que incluye agua corriente y drenaje. Se colocarán trampas de grasa y depósitos de basura para evitar la proliferación de fauna nociva.

“También se rehabilitará la red pluvial y se colocará concreto hidráulico en las banquetas. Para cambiar la percepción de inseguridad, se harán trabajos de poda y se plantarán árboles, además de reparar las luminarias para mejorar la visibilidad a lo largo de los 800 metros del paseo”, menciona Acevedo García, quien también reconoce que hace falta concretar algunos acuerdos.

Las pláticas pendientes son con la CFE y empresas gaseras para hacer subterráneas las redes eléctrica y de gas. “El objetivo es conseguir que cada locatario cuente con un medidor y pague por su consumo. Esto evitará la inestabilidad de los tanques y disminuirá riegos del cableado”, dice.

El tercer punto a definir será pedir a la UNAM que extienda su Red Inalámbrica Universitaria para que quienes consuman alimentos puedan estar conectados vía wifi.

VIVIR DEL COMERCIO

El Paseo de las Facultades se formó poco a poco, cuentan comerciantes. Muchos de quienes se hicieron de un espacio en el pasillo empezaron en otros lugares. Por ejemplo, la señora Angélica Pérez llegó a los 12 años junto con su mamá y su hermano a vender tamales al interior de la universidad.

“Nos ha tocado conocer generaciones de estudiantes y hasta sus hijos que ahora estudian aquí. Ya llevamos una vida en esto y de aquí ha salido para mantener a nuestras familias. Al principio teníamos miedo de que nos sacaran y no nos dejaran regresar, pero hubo diálogo, llegamos a acuerdos y aceptamos estos cambios porque nosotros somos legales, pagamos nuestros permisos y merecemos un lugar digno para trabajar”, dice doña Angélica.

Durante 45 años, en este corredor estuvieron instalados puestos metálicos y tubulares. Lonas y láminas cubrían los locales de venta de alimentos que ofrecían desde comida corrida, pollos rostizados, tortas y quesadillas, hasta dulces, licuados, copias y fotografías. Y muchos estaban expuestos a riesgos por fugas de gas o instalaciones eléctricas anticuadas.

Para Ricardo Hernández ha sido una sorpresa el proceso de renovación, pues dice que nunca imaginó que su lugar de trabajo fuera tan importante. “Muchos estudiantes y trabajadores están desconcertados con este cambio porque no saben si vamos a regresar a vender, pero los comerciantes tenemos confianza de que el resultado será favorable para la seguridad”, dice.

Las obras quedarán concluidas la última semana de agosto cuando las clases hayan comenzado. Sin embargo, no hay que olvidar que el Paseo de las Facultades representa 800 metros externos a la CU, frente a los 2,620,295 m2 que comprenden el campus de la UNAM por lo que habrá que ver qué otras medidas se implementan para reforzar la seguridad al interior.

En cifras: 

  • 45 años de venta de alimentos tiene el Paseo de las Facultades y nunca había sido intervenido.
  • 70 puestos comerciales, entre fijos y semifijos, serán parte de esta zona renovada.
  • 42 comerciantes se capacitaron sobre manejo higiénico para mejorar sus servicios.