¿Autismo en la oficina?

La mayoría de los adultos con este trastorno carece de los apoyos suficientes para poder desarrollarse profesionalmente.

Cuando era niño, Javier fue diagnosticado con Síndrome de Asperger, un Trastorno del Espectro Autista (TEA) considerado leve. A pesar de ello, hoy trabaja y está por cumplir un año como asistente de comunicación en una empresa de mensajería para la cual escribe y diseña carteles.

Javier, sin embargo, es una excepción a la regla que impera en el país, pues la mayoría de las personas con algún tipo de autismo difícilmente puede integrarse al mercado laboral por falta de políticas públicas en la materia y de sensibilidad por parte del sector privado, advierten expertos.

“Es difícil encontrar un trabajo [para las personas con esta diferencia neurológica]”, dice el propio Javier, de 25 años, quien asegura estar lleno de satisfacciones por sentirse “productivo y parte del mundo”.

La empresa donde trabaja, Servicio Continental de Mensajería (SCM), tiene otros dos empleados con autismo en la ciudad.

No obstante, esta compañía sale del común de lo que en este rubro ocurre en el país. Incluso, ha recibido el Distintivo Empresa Incluyente Gilberto Rincón Gallardo que otorga la Secretaría del Trabajo federal.

“Todas las personas tienen cualidades que, como empresa, puedes aprovechar. Sólo tienes que ver cuál es el puesto idóneo para cada individuo”, sostiene Nancy Martínez, miembro del área de reclutamiento y selección de SCM.

Sin acceso a la independencia

A nivel nacional, no existe una cifra oficial sobre cuántas personas padecen autismo. Por ejemplo, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) únicamente lleva el registro de los ciudadanos que tienen alguna discapacidad.

Y, de acuerdo con los especialistas, el desconocimiento sobre el autismo deriva en la falta de sensibilización sobre las necesidades de quienes padecen este trastorno.

Gloria Olivera, de la organización no gubernamental CLIMA, señala que, por lo general, cuando se habla de autismo únicamente se piensa en cómo atender a los niños que lo padecen y no cómo ayudarlos cuando llegan a la vida adulta.

“El autismo no se cura, se vive con él para siempre y tenemos una gran cantidad de adultos que no tiene acceso a la independencia por la falta de sensibilidad de autoridades y empleadores”, dice.

En el plano internacional, estudios señalan que 27% de quienes están diagnosticados con algún TEA lo tiene a escala leve y esto facilita su inclusión social y la oportunidad de conseguir un empleo formal —aunque sólo lo logre 5%—. En contraste, 33% lo tiene a escala moderada y la mayoría de las veces termina en la economía informal o en trabajos poco rentables, mientras que el 40% restante depende de un tercero para muchas de sus actividades cotidianas.

Tal es el caso de Mireya, a quien de niña le diagnosticaron un TEA moderado pero nunca recibió atención médica especializada ni educación. Ahora tiene 17 años, vive en Tláhuac, necesita a su madre para alimentarse, vestirse y salir a trabajar, y para apoyar en el ingreso familiar borda y vende servilletas en un mercado.

Para CLIMA, estas situaciones demuestran que las autoridades tienen una deuda con este sector de la población, un punto en el que coincide la OMS, la cual alerta de que la mayoría de las personas con autismo en el mundo carece de prestaciones o respaldo de instituciones públicas para atenderse. “Esto no puede salir sólo del bolsillo de las familias, existe una responsabilidad del gobierno que no ha cumplido”, dice Gloria Olivera.

La deuda local

Delhi Calderón, responsable de la única clínica pública de autismo de la ciudad —inaugurada en enero—, reconoce que las autoridades capitalinas tienen grandes retos en este campo.

En primer lugar, dice, se necesita que existan clínicas en cada delegación, en las que médicos puedan hacer intervenciones tempranas y evitar que los adultos queden sin un lugar en la sociedad. En segundo término, detalla la funcionaria, se requiere mayor educación y sensibilización en las empresas.

Carlos Marcín, un psicólogo que ha estudiado el autismo durante 30 años, advierte al respecto que debe analizarse la prevalencia de este trastorno en todo el país, bajo el argumento de que sin esos datos será imposible diseñar planes futuros de atención.

Marcín es autor del único estudio sobre el autismo en México. En este trabajo, para el cual se revisó a niños de León, Guanajuato, se encontró que la prevalencia es de un menor con autismo por cada 115, un poco más baja a la media mundial de uno por cada 100.

Para los expertos, tomar en cuenta estos datos es indispensable para atender a quienes lo necesiten y lograr casos de éxito. Uno de ellos es el de otro empleado de SCM —cuyo nombre la empresa no reveló—, quien, a pesar de tener autismo severo, es responsable de un área de sistemas y coordina a todo un equipo de trabajo.

Desafíos

El autismo implica retos para el sector salud y para las familias con pacientes:

  • Delhi Calderón dice que no hay síntomas específicos para determinar el tipo de trastorno de una persona. Para hacerlo se debe analizar su sociabilidad y capacidad intelectual.
  • Uno de los aspectos más importantes para tratar el autismo es la detección temprana. Para ello, los padres deben estar atentos a ciertas conductas de sus hijos, como la falta de comunicación con otros.

Con potencial de desarrollo

Los especialistas en autismo coinciden en que las personas con este tipo de trastorno por lo general tienen una gran capacidad de concentración y mejores aptitudes para tareas que no requieren constante interacción social, que implican minuciosidad y que les permiten establecer una rutina. Algunas de las actividades en las que suelen destacar son la ingeniería informática y electrónica, la microbiología, el comercio y las matemáticas. También lo hacen en artes como el dibujo, el diseño gráfico y la música.