Cantinas en extinción

Investigadores dicen que estos espacios, clave en la historia de la capital, están cerrando para convertirse en antros u otros negocios.

José Luis Peralta tiene 40 años con una tradición: ir cada jueves a una cantina para jugar dominó. Él y sus amigos solían asistir a las del Centro Histórico pero, desde hace una década, la desaparición de muchas de ellas o su transformación en espacios que consideran ruidosos —con grandes pantallas y música con alto volumen— los llevaron a buscar un nuevo punto de reunión. Al final, optaron por un establecimiento ubicado cerca de las avenidas Chapultepec y Cuauhtémoc.

“Religiosamente acudimos a jugar, charlar, comer algo rico y beber un trago en una cantina que tenga las condiciones para hacerlo”, dice.

La historia de José Luis ejemplifica una tendencia que se desarrolla en la ciudad: el cierre o la transformación de sus cantinas tradicionales. De acuerdo con historiadores y cronistas, las razones de esto van de la menor afluencia de clientes y los problemas financieros a la proliferación de antros o bares, entre otras causas.

Expertos como Luis Arturo García, profesor del Departamento de Historia de la Universidad Iberoamericana, consideran que la situación no sólo implica la pérdida de espacios con una estética y un ambiente particular —caracterizados por las puertas de doble hoja, las frases populares en las paredes, la comida abundante y los tragos insignia de cada local—, sino de lugares de tertulia donde se fraguaron conspiraciones, partidos políticos y movimientos artísticos.

“No hay problema en que se modernicen, pero no estamos de acuerdo en que se conviertan en discotecas o centros cerveceros. Queremos que se respete el mobiliario, el ambiente, y que se haga una alusión y se dé cuenta de que en estos lugares se construyó gran parte de la historia de un país”, dice el académico, quien llama a preservar las cantinas tradicionales.

El declive de estos establecimientos se ha producido durante los últimos 20 años, de acuerdo con las estimaciones de los especialistas. Antes, en la zona que ocupaba el Barrio Universitario, en el Centro Histórico, había al menos 60 locales. Hoy, la cifra no supera los 20.

Un caso considerado emblemático es el de la cantina El Nivel, la primera en obtener permiso para vender alcohol en la ciudad. Ésta cerró sus puertas en enero de 2008 luego de un pleito legal por el edificio.

Entre cambios y estigmas

Expertos refieren que uno de los principales motivos de la desaparición de las cantinas tradicionales consiste en que han sido compradas por empresarios extranjeros, quienes las remodelan y transforman en negocios que consideran más rentables. Para ello, modifican la arquitectura y el mobiliario y colocan pantallas, luces de neón y equipos de sonido.

Javier Villalobos, arquitecto y especialista en historia del Centro Histórico, señala que algunos establecimientos siguen promocionándose como cantinas, aunque en los hechos su concepto y operación corresponden a los de un restaurante bar. Además, sus precios se han encarecido y aspiran a atraer a otra clientela.

“Antes, esas cantinas eran accesibles y la gente de bajos recursos acudía habitualmente. Ahora son para la clase media para arriba”, dice el especialista.

Rodrigo Machuca, director de la compañía Recorrido de Leyendas, advierte que otro factor que ha contribuido a que estos locales tengan menor afluencia es que el cine de ficheras y la televisión les han creado una mala imagen, principalmente asociada con violencia y peligros.

“La gente tiene un concepto erróneo de una cantina […] Las retrataron como sitios de mala muerte y este estigma lo cargan también las nuevas generaciones. Sólo la gente de la zona las frecuenta”, dice.

Lucha por sobrevivir

En ese contexto, algunos dueños y gerentes de cantinas tradicionales buscan caminos para mantener el concepto original y, al mismo tiempo, poder atraer a más clientes.

Jorge Muñoz, de la cantina Buenos Aires, cuenta que, en su caso, han optado por ofrecer al público diversas opciones de entretenimiento, como los monólogos o stand ups, las presentaciones de libros y la adaptación de una cabina para que funcione como karaoke.

Sin embargo, propietarios como Ricardo Ascencio, del Salón España, reconocen que será complicado sobrevivir. Para él, esas complicaciones radican en la legislación local, por ejemplo, la prohibición de fumar en lugares cerrados y las restricciones de horario para la venta de alcohol.

“La venta de alcohol para nosotros es a partir de las 11 de la mañana y, en contraste, vas a una lonchería y desde las seis de la mañana venden”, reprocha.

A pesar de este panorama, hay clientes que, como José Luis, dicen estar dispuestos a mantenerse fieles al concepto de cantina tradicional y esperan que éste siga vigente.

“No tengo planes de suspender la tradición con los cuates. Al contrario: esperamos que nuevas generaciones adopten el buen hábito de entretenimiento sano y esperemos que se detenga el cierre de cantinas”, dice.

Espacios célebres

Estas son algunas de las cantinas más conocidas de la Ciudad de México:

  • La Ópera. Historiadores dicen que cobró fama porque se ubicaba cerca del teatro central y, cuando en éste no había función, ahí se reunían dirigentes del país, como Porfirio Díaz. Hoy es un restaurante bar.
  • La Vaquita. Algunas versiones indican que ahí vivió el actor Mario Moreno, Cantinflas, antes de adquirir celebridad. También se dice que era punto de reunión de políticos de izquierda. Recientemente fue remodelada.
  • Mancera. Cuando abrió era la cantina de un lujoso hotel. Según cronistas, ahí fue donde Plutarco Elías Calles y Álvaro Obregón acordaron crear el partido que dio pie al PRI. Actualmente es un bar.

¿Te interesa conocer estos lugares?

Si quieres saber cuáles son y dónde están las principales cantinas de la Ciudad de México, diversas empresas ofrecen tours temáticos. Uno de ellos es el del Turibús, que comenzó en 2004. En él, los guías comparten datos históricos de estos sitios, así como algunas de sus anécdotas y leyendas. Este tour dura cuatro horas en las que se visitan cuatro establecimientos. Se realiza los jueves y tiene un precio de 225 pesos por persona. Otro tour se promociona como “Safari de cantinas” y tiene prevista una fecha para el sábado 30 de abril.