‘Lupe-Reyes’: una fiesta día tras día

Arranca el maratón festivo de fin de año, en el que no todo es beber alcohol —dicen chilangos—, sino convivir con la familia y amigos e iniciar un nuevo ciclo.

El cierre del año llegó. Y con él, el conjunto de fiestas que los mexicanos conocen como el maratón Guadalupe-Reyes: 26 días de celebraciones continuas en los que abundan los abrazos, los regalos, los adornos, la comida y sobre todo, según la creencia popular, las bebidas con que brindar.

Una versión señala que esta tradición de decir “¡salud!” en los festejos que van del 12 de diciembre —día de la Virgen de Guadalupe— al 6 de enero —cuando las familias se reúnen para partir la rosca de Reyes— comenzó en la década de los 90, cuando algún ocurrente bebedor tuvo la idea de comparar este periodo con la más célebre carrera de resistencia.

En cambio, otra asegura que el maratón tomó su nombre del operativo de seguridad Guadalupe-Reyes, que la policía capitalina despliega anualmente para garantizar el orden en la Ciudad de México, desde que miles peregrinos de otras entidades del país llegan a la Basílica de Guadalupe hasta que terminan las vacaciones de fin de año.

Más allá de estas diferencias, sin embargo, en lo que coinciden ambas versiones es en que alzar la copa es la parte esencial de la tradición.

Durante la temporada decembrina, por ejemplo, el consumo de cerveza en el país es el más alto de todo el año, dice Maribel Quiroga, directora general de la cámara empresarial Cerveceros de México, quien asegura que la cifra aumenta anualmente.

Los restauranteros son otro sector que suele vivir una época de vacas gordas este mes. De acuerdo con estadísticas de la Cámara Nacional de la Industria de Restaurantes y Alimentos Condimentados (Canirac), en diciembre estos negocios tienen ventas diarias por 650 millones de pesos, un monto equivalente a lo que registran el 14 de febrero y el 15 de septiembre, y únicamente menor a lo que obtienen en el Día de las Madres y el Día del Padre (mil 500 millones y 900 millones de pesos, respectivamente).

A estos elevados números contribuyen desde quienes sólo brindan en una que otra posada hasta los ‘maratonistas’ consumados, es decir, aquellos que beben a diario —o casi— a lo largo de estas cuatro semanas.

Para el escritor veracruzano Rafael Toriz, tanto estas personas como el maratón en general reflejan la inclinación que los mexicanos tienen por festejar, y por hacerlo a lo grande, siempre acompañados de algún trago y con el propósito de concederse “un respiro” del pesar que generan los problemas cotidianos.

“El maratón es la oportunidad de asistir a cenas de trabajo, fiestas familiares y comilonas pantagruélicas […] El país podrá quedarse sin petróleo y uno sin pareja, sin trabajo o sin vivienda, y precisamente por ello las ganas de decir salud serán constantes y estentóreas”, señala Toriz en su breve ensayo Maratón Guadalupe-Reyes: notas para una tipología del exceso.

“Lo importante es pasarla bien”

Para algunos mexicanos, sin embargo, a pesar de la imagen predominante que existe del maratón Guadalupe-Reyes, éste ha ido perdiendo popularidad, o bien, nunca ha tenido que estar irremediablemente ligado con beber.

“Los festejos entre esas fechas [12 de diciembre y 6 de enero] son aislados, salvo las posadas que van de corrido, pero cada vez menos gente festeja como antes”, dice Antonio Ortega.

En este punto de vista coincide Quetzal Espinal, quien da por hecho que ha bajado el número de personas que ‘corren’ este maratón, puesto que —estima— ahora es más difícil que la gente descuide sus trabajos para andar de fiesta en fiesta.

Bibiana Carrillo, en cambio, cree que todavía hay muchos mexicanos que aprovechan este periodo para beber con mayor frecuencia, aunque también está convencida de que existen muchas otras formas de vivir y disfrutar estas fechas.

En su caso, las festividades incluso duran un poco más de lo establecido. En vez de arrancar el 12 de diciembre inician el día 2, con su cumpleaños, y se extienden hasta el 2 de febrero, Día de la Candelaria, cuando ella, sus padres y sus hermanos se reúnen para comer tamales.

“Cada familia vive sus tradiciones como más le agrade”, dice Bibiana. “Lo importante es pasarla bien, acercarte a la familia y amigos y dejar a un lado todos los pensamientos de grinch que te hacen pensar en lo que piensas todo el año, preocupaciones económicas, política, inseguridad y cosas tristes y feas, y cotorrear, relajarte y disfrutar de los que amas”, agrega.

A dos días del inicio oficial del maratón Guadalupe-Reyes —edición 2015—, los mexicanos tienen una nueva oportunidad de vivir esta tradición, cada cual de la manera que mejor le parezca.

Festeja sin quedarte en ceros

Especialistas en finanzas personales coinciden en estos consejos para cuidar el aguinaldo y aprovecharlo mejor en estas fechas:

  • El primer paso, de acuerdo con los expertos, es valorar este dinero y tomarlo como una parte del ingreso habitual de fin de año, no como recursos extra que pueden derrocharse.
  • La segunda recomendación es elaborar un presupuesto con los distintos rubros en los que se prevé gastar el aguinaldo.
  • En tercer lugar, se sugiere ahorrar al menos una parte de ese dinero y, de preferencia, hacerlo dentro de un banco, no dejarlo guardado en casa.
  • Un cuarto consejo es utilizar parte del aguinaldo para cubrir deudas, al mismo tiempo que se evite adquirir otras innecesarias.
  • La quinta recomendación es definir qué gastos corresponden a necesidades y cuáles a deseos, y dar prioridad a las primeras sobre los segundos.
  • Por último, se sugiere que antes de comprar se comparen precios, porque esto permitirá encontrar los productos o servicios más económicos.

Navidad, la ‘reina’ del maratón

En diciembre de 2014, Consulta Mitofsky hizo una encuesta sobre las tradiciones decembrinas entre los mexicanos. En ella, la Navidad se colocó como la fiesta más importante del maratón Guadalupe-Reyes, con 67% de las menciones. Además, nueve de cada 10 personas dijeron acostumbrar cenar con su familia el 24 de diciembre, mientras ocho de cada 10 señalaron que suelen instalar un árbol decorado en sus casas, y seis de cada 10, que asisten cuando menos a una posada e intercambian regalos.