Negocios con mando de mujer

El peso de las mujeres en la economía de la ciudad se refleja en que cada vez más deciden emprender para obtener ingresos y generar empleos.

Las largas jornadas laborales, el sueldo bajo y los extensos viajes que cada día tenía que hacer hasta el trabajo fueron las razones que llevaron a María del Carmen Orduña a dejar su empleo como repostera y abrir su propio negocio: una pastelería.

Junto con sus hermanas, levantó la cortina de su local, La Selecta, luego de obtener recursos para adquirir un horno, una batidora y un refrigerador. Entre sus primeros clientes estuvieron los vecinos de la zona, quienes ya tenían tiempo comprándole los pasteles que preparaba en sus ratos libres.

Como María del Carmen y su familia, cada vez son más las mujeres capitalinas que deciden emprender un negocio, una situación que refleja el fuerte peso de la mujer en la economía de la ciudad. Según datos oficiales, 35.7% de los hogares depende de las aportaciones monetarias de mujeres.

La secretaria de Trabajo local, Amalia García, dice que esto se debe a que el modelo de familia basado en un solo proveedor quedó rebasado. En ese marco, agrega, las mujeres que son jefas de familia buscan alternativas que les permitan incrementar sus ingresos, incluso si creen que la mejor opción es abrir sus propios negocios. Quienes deciden emprender consideran que de esa forma tendrán un sustento seguro y quizá puedan dar empleo a otras personas.

“En el momento en que una mujer se empodera tiene mayores condiciones para decidir sobre su vida”, dice García, quien subraya que estos negocios no sólo corresponden a roles de género tradicionalmente asociados a la mujer.

Diana, por ejemplo, se asoció con un grupo de colegas para abrir una consultoría en comunicación. Lo hicieron por su cuenta, mientras otras mujeres emprenden con apoyo de instituciones públicas o privadas.

La Secretaría de Trabajo y Fomento al Empleo (STyFE) tiene un programa de apoyo a cooperativas, del cual se beneficiaron María del Carmen y sus hermanas. Otros negocios que han obtenido respaldo por esta vía son productoras de zapatos, de conservas y de otros alimentos. En total 134 cooperativas han recibido apoyos. Las personas que participan en ellas son 898, de las cuales 51.4% es mujer.

Además, la STyFE ofrece cursos para empleadas domésticas que deseen mejorar sus aptitudes y adquirir conocimientos en nutrición o cuidados de adultos mayores, con la finalidad de que puedan cobrar más por su labor o conseguir otros empleos.

“Tenemos una política dirigida a respaldo de mujeres […] Cada vez hay más jefas de familia, y si queremos lograr el empoderamiento, necesitan tener un empleo, un ingreso propio”, dice García.

En el ámbito privado, se han creado empresas que apoyan a mujeres que buscan profesionalizarse y autoemplearse con horarios flexibles. Una de ellas es Beautify, una plataforma que enlaza a mujeres con habilidades para maquillaje, peinado y colocación de uñas con potenciales clientas, explica Christian Rubio, uno de sus fundadores.

Los baches que persisten

Sin embargo, pese a la mayor relevancia de las mujeres en la economía, expertos advierten que éstas siguen encarando desventajas en comparación con los hombres.

Mónica Flores, presidenta de Manpower para América Latina, explica que esa disparidad está en que las mujeres tienen un acceso más restringido a cursos de capacitación y menos facilidades para lograr un equilibrio entre su trabajo y sus familias.

“Esto ocurre tanto con las mujeres empleadas como con las empresarias, como uno de los temas que les impide seguir hacer creciendo su negocio o seguir ascendiendo laboralmente”, dice.

Teresa Incháustegui, titular del Instituto de las Mujeres local, ve otro problema: el sector de mujeres con mayor nivel educativo —entre 20% y 25% del total— emplea a otras menos preparadas para cuidar a sus hijos o tareas del hogar, actividades menos redituables y que fomentan la desigualdad.

“Tenemos la paradoja de que el avance de las mujeres, de sus oportunidades de empleo, está marcado por una tremenda desigualdad que tiene el riesgo de perpetuarse intergeneracionalmente”, dice.

Frente a ello, agrega, es necesario que se establezcan leyes y políticas públicas que empoderen a la mujer. Un camino para lograrlo es incentivar la creación de servicios de cuidado accesibles con los cuales las mujeres que trabajan puedan dejar a sus hijos, sin descuidar sus empleos ni recurrir a mujeres que podrían encontrar otras mejores oportunidades laborales.

Las autoridades de la capital afirman que promover la igualdad de género es una prioridad, para lo cual buscan promover el reconocimiento del liderazgo de la mujer en el mundo laboral, ya sea el de quienes mandan en empresas consolidadas o el de quienes, como Diana y María del Carmen, deciden abrir sus propios negocios.

“Tuvimos facilidades para iniciar el negocio y no encontramos tanta competencia, y si todo sigue igual, tenemos planes de crecimiento, como adicionar una cafetería”, dice María del Carmen.

Evolución

La situación de las mujeres en la capital ha cambiado en las décadas recientes:

  • Durante los últimos 40 años, el nivel de educación de la mujer en la ciudad aumentó significativamente y pasó de 3.5 a 12 años, en promedio.
  • En agosto de 2015, el gobierno de la capital redujo la jornada laboral de sus trabajadoras para que éstas puedan estar más tiempo con sus familias, según se explicó entonces.
  • Otra medida tomada por las autoridades locales ha sido extender las licencias de maternidad con 40% de sueldo y otorgar garantías de que las mujeres podrán regresar a laborar después de un embarazo.
  • En 2014, 14.6% de la población del país era jefa de familia, es decir, una mujer que encabeza un hogar, según cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).

Apoyo para emprendedores

El programa de apoyo para las sociedades cooperativas, de la Secretaría de Trabajo del Gobierno de la Ciudad de México, ofrece capacitación y asistencia técnica a través del Instituto Politécnico Nacional (IPN). Además, se brinda capital semilla para la compra de equipo, mobiliario y materia prima. El monto va desde los 50 mil hasta los 250 mil pesos. Los activos se entregan en comodato por un año y, después de ese periodo, se evalúa si la cooperativa es exitosa. Si lo es, se le entregan las facturas de los bienes.