No eres tú, es Tinder

Las apps para hallar pareja son muy populares, con los solteros y con quienes buscan amoríos lejos de sus noviazgos o matrimonios.

Por aburrimiento, despecho, venganza, ego o por simple curiosidad. Chilangos dicen que estos fueron los motivos que los llevaron a ‘poner el cuerno’ a sus parejas, y que en esas aventuras tuvieron un aliado clave e incondicional: la tecnología.

Sofía, diseñadora de profesión, conoció Tinder por una amiga y, aunque tiene novio, una tarde decidió descargar esta aplicación para encontrar citas. Y también algo más.

Desde entonces, a menudo toma su teléfono celular y se sube el ánimo con los halagos de hombres que dan clic en su perfil.

La historia de Mario es similar. Gracias a los amigos de su novio fue como llegó a Grindr, una app lanzada al mercado hace siete años bajo el lema “La más grande red social gay del mundo”.

Brenda, por su parte, es una abogada que empezó a usar Tinder cuando tenía pareja y ahora, ya soltera, ha incursionado en la popular plataforma Ashley Madison, que cobra un monto para que usuarios puedan arreglar “encuentros discretos” fuera de sus noviazgos o matrimonios.

En el mundo, Canadá, Estados Unidos y Australia son los países con más usuarios de esta plataforma. México ocupa el lugar 28 y sus ciudades con más infieles en el sitio son Los Reyes, Naucalpan, Coacalco, Toluca, Zapopan, Monterrey y Guadalajara, con la capital en la octava posición.

Amoríos a escondidas

A nivel mundial, la popularidad de estas apps se mide por millones. Sin embargo, el éxito de sus usuarios para concretar encuentros —y engañar a sus parejas— depende más del ingenio o de la suerte de cada persona que de la tecnología en sí.

Por ejemplo, cuando Sofía decidió conocer a alguien que había contactado por Tinder, pensó en que debían reunirse al sur de la ciudad para evitar toparse con familiares, amigos o conocidos de su entorno laboral.

Su primer encuentro fue con Lucas, un argentino quien recién se había mudado a la capital del país y con quien tuvo relaciones a la tercera cita. Las ha tenido con otros siete hombres, en total ha conocido a 30 y conversado con decenas más sin que su novio lo sepa.

“Es una cuestión de ego: saber que, si yo quiero, puedo pasar del mundo virtual al real sin que nadie se dé cuenta”, dice.

‘Cachados’ en la red

Mario cree que la principal ventaja de buscar una aventura a través de la red está en la rapidez. “Uno puede elegir lugar, hora y persona con la que se encontrará. Reduce el tiempo de ligue, puedes ser directo y, si hay otro interesado, no hay necesidad de encuentros previos para tener sexo”, dice.

Sin embargo, él ya estuvo cerca de ser descubierto en una ‘movida’. Esto pasó cuando su novio vio que la app de Grindr estaba almacenada en el historial de su teléfono, lo confrontó y él le respondió que solamente la había descargado para mostrársela a una amiga.

En cambio, David no tuvo esa misma suerte. Conoció a su novio por Grindr aunque, cuando ambos decidieron iniciar una relación formal, acordaron borrar la aplicación de sus teléfonos. Él no cumplió con lo anterior, su pareja lo descubrió gracias a conocidos y decidió cortarlo.

“Ahora uso la aplicación de nuevo porque me tiene que regresar lo que me quitó. Aún creo que me puede ayudar a encontrar una vez más el amor”, dice. “Las nuevas tecnologías hacen más accesible el amor”.

De juego a “estilo de vida”

Brenda empezó a usar Tinder cuando la relación con su novio comenzó a flaquear. El momento clave vino un día que él prometió pasar por ella al trabajo y no llegó.

Entonces, descargó la app y, menos de una hora más tarde, se reunió con un joven de su edad que trabajaba por su mismo rumbo, en Santa Fe. A partir de ahí, y hasta que su noviazgo terminó, mantuvo la costumbre de conocer a otros hombres por medio de la red.

“Él nunca se dio cuenta de que yo veía a otras personas cuando él no podía verme. Al final la relación estaba rota y terminó por otros problemas más que porque se diera cuenta de que le era infiel”, dice.

Ahora que es soltera, en su teléfono tiene la aplicación de Ashley Madison, cuyo eslogan es “La vida es corta. Ten un amorío”. Por medio de esa plataforma, conoce hombres casados, conversa con ellos, lee las historias de sus hijos y las quejas sobre sus esposas, así como sus promesas de fantasías y lujos.

Todavía no se anima a encontrarse con alguno ni sabe si lo hará. De lo que sí está segura es de que, al menos por diversión, seguirá conversando con quienes la contacten. “Todo lo que haces vuelve a ti de alguna manera, pero la curiosidad y la emoción que esto da son adictivas. Cuando comienzas parece un juego, pero después es un estilo de vida”, concluye.

Las opciones en el ‘menú’

Usuarios consultados dijeron que estos son algunos medios que usan para engañar a sus parejas:

  • Snapchat. Es una aplicación para enviar archivos que se borran después de unos segundos. Algunos usuarios aprovechan esto para intercambiar frases o imágenes con contenido sexual.
  • Gleeden. Es similar a Ashley Madison, es decir, una plataforma para concertar encuentros extraconyugales. Presume ser el primer sitio en su tipo “pensado por mujeres”.
  • Telegram. Al igual que Snapchat, es una aplicación de mensajería instantánea. Usuarios dicen que facilita sostener una relación fuera del noviazgo o el matrimonio porque es posible establecer una contraseña para ver los chats y dar a estos un tiempo de vida.
  • MeetMe. Se le utiliza para enlazar a personas y que éstas entablen conversaciones. Se le asocia con el intercambio de mensajes de texto e imágenes sexuales entre desconocidos.

Aventuras expuestas en la red

En el verano de 2015, la plataforma Ashley Madison protagonizó un escándalo. Esto ocurrió luego de que hackers divulgaran la información de sus usuarios, quienes para entonces eran más de 30 millones en el mundo. Entre los datos difundidos había nombres, fantasías sexuales, números de tarjetas de crédito y dinero gastado en este servicio para concertar encuentros. La situación provocó al menos dos suicidios y decenas de extorsiones contra personas que querían mantener ocultas sus otras relaciones.