Supervía, sólo para ricos

Por su costo, el más alto entre las autopistas de la ciudad, conductores han optado por usar otras vías para ir de Santa Fe al sur.

En los últimos tres años, el peaje de la Supervía Poniente aumentó 48%. Esto significa que el costo por recorrer su tramo principal pasó de 31 a 46 pesos, lo que hace de esta vialidad que conecta la zona de Santa Fe con el sur de la ciudad la autopista urbana más cara de la capital.

Medido en costo por kilómetro, también supera a otras vialidades de su tipo.

Transitar cada uno de sus 5.2 kilómetros cuesta ocho pesos con 80 centavos, cifra que contrasta con lo que se paga en la Autopista Urbana Norte: cuatro pesos con 49 centavos en horas pico —de siete de la mañana a las 12 y entre las cuatro de la tarde y las nueve de la noche— y tres pesos con 20 centavos en horarios de menor afluencia.

En la Autopista Urbana Sur el costo también es menor, pues asciende a dos pesos con 10 centavos si se recorre desde San Jerónimo, en la Magdalena Contreras, a la Glorieta de Vaqueritos, en Xochimilco.

Todo lo anterior sin tomar en cuenta que en la Supervía, al llegar al Periférico Sur, deben pagarse otros 16 pesos por utilizar el Viaducto Elevado Luis Cabrera (VELC), lo que incrementa el costo total del recorrido a 62 pesos.

El primer tramo de esta vialidad se inauguró en octubre de 2012, dos meses antes de que terminara el mandato de Marcelo Ebrard como jefe de Gobierno. Durante su construcción, la obra enfrentó rechazo por parte de vecinos y organizaciones civiles, quienes consideraban que su edificación afectaría a pobladores y al medio ambiente.

La concesión para operarla durante 30 años la tiene Controladora Vía Rápida Poetas, que en la página de internet de la Supervía defiende el esquema de autopistas construidas por la iniciativa privada, bajo el argumento de que “mediante el cobro de acceso a estas autopistas se recupera el monto de inversión y así el GDF no tiene que desviar sus recursos en beneficio de toda la ciudad”.

Precios que ahuyentan conductores

El más reciente aumento en el peaje ocurrió a principios de febrero pasado, cuando el costo por recorrer el tramo principal de la Supervía pasó de 45 a 46 pesos, y el del VELC, de 15 a 16 pesos.

En tanto, el tramo que va de Santa Fe a Las Águilas ha mantenido una tarifa promocional de 31 pesos, pero ésta se incrementará mensualmente hasta llegar a 46, según ha informado la concesionaria.

Ante tales montos, conductores han desistido de utilizar esta autopista y empezado a buscar vías alternas.

“Si haces el trayecto a diario dos veces, te sale en una lana. No puedo pagar eso. Si dijeras que realmente te ahorras muchísimo tiempo, a lo mejor en algún punto haría el esfuerzo, pero entrar a la Supervía te lleva, fácil, una media hora [en hora pico]. Una vez que entras sí está muy bien”, dice José Luis Castillo, quien se desplaza desde el Desierto de los Leones hasta la zona poniente de la ciudad.

Un caso similar es el de Jerold Salinas, quien debe viajar desde su casa, en Coapa, hasta su trabajo, en Santa Fe. Él solía gastar alrededor de 150 pesos al día, cinco veces por semana, hasta que decidió dejar de utilizar la Supervía porque consideró que el desembolso no se reflejaba en un ahorro significativo de tiempo.

“Cuando me di cuenta de que no salía [la inversión] fue porque sucedía algún accidente o había lluvia. [Entonces] te tardabas hasta media hora más que si llegaras por Periférico”, dice Jerold, quien desde entonces explora otros caminos.

El autobús tarda en pasar

La Supervía es la única autopista urbana de la ciudad por la que pasa transporte público. Se trata de la Ruta 124 del Ecobús, perteneciente a la Red de Transporte de Pasajeros (RTP) y que cobra cinco pesos por ir de Santa Fe a la estación Miguel Ángel de Quevedo del Metro.

Viajar de Santa Fe a Luis Cabrera por este medio toma alrededor de 20 minutos, pero abordar uno de estos vehículos puede implicar una espera de hasta 35 minutos, según usuarios consultados.

“Antes era un servicio muy eficiente, pasaba cada 15 minutos, pero con el paso del tiempo tarda más en pasar, aunque una vez arriba se va muy rápido”, dice Julieta Gómez, quien lo utiliza para ir de su oficina a la zona sur de la ciudad para visitar a sus clientes.

Los autobuses tienen capacidad para 90 personas, 66 de pie y 24 sentadas. Sin embargo, en diversos recorridos se constató que —dentro y fuera de horas pico— las unidades llevan entre cinco y 10 pasajeros de más.

Otro problema que reportan los usuarios de esta ruta es que, para poder abordar el Ecobús, primero deben llegar a alguna de las cuatro salidas que tiene la vialidad, en Las Águilas, Las Torres, Centenario y Luis Cabrera.

“[La Supervía] no nos trajo ningún beneficio porque todas las afectaciones nos las quedamos nosotros”, se queja Leticia Moreno, habitante de la zona de Luis Cabrera.

Otros efectos

Según vecinos, la obra ha tenido estas consecuencias:

  • Aumentó el tiempo para algunos recorridos locales. Por ejemplo, dicen los lugareños, había tramos cercanos al Cerro del Judío que se atravesaban en 20 minutos y que ahora requieren cerca de una hora.
  • Además, sostienen que la Supervía urbanizó barrancas y áreas protegidas, y esto, a su vez, ha aumentado la demanda de servicios por parte de los nuevos residentes, como agua y drenaje.

Un consorcio que encara controversias

De Controladora Vía Rápida Poetas, el grupo empresarial que posee la concesión para operar la Supervía Poniente durante 30 años, 50% pertenece a la sede mexicana del consorcio Obrascón Huarte Lain (OHL). El año pasado, éste sufrió una caída en sus acciones luego de que se dieran a conocer —en redes sociales y medios— grabaciones de conversaciones telefónicas de sus directivos, en las que estos hablan de posibles acciones para elevar el precio de sus obras y tarifas, como ‘inflar’ las cifras de flujo vehicular.