Aposentado en Donceles

Me llamo Juan Antonio López Casillas y me dedico a la compra y venta de libros usados. Pertenezco a una familia que tiene en este negocio unos 80 años. De niño acompañaba a mi papá a vender libros a la Lagunilla. Me fastidiaba tener que ir todos los domingos: a esa edad uno prefiere jugar una cascarita, ir a pasear con los amigos. Vivíamos en el Centro, en la calle de Haití. Recuerdo que en Rosales y Puente de Alvarado había una tienda de Larín, y cuando pasábamos por ahí yo pensaba que ya estábamos fuera de la ciudad. Salir del Centro era realmente salir de la ciudad.

Ya después nos fuimos a la colonia Guerrero. Ahí estuvimos tres años, y luego vivimos 10 años en la Portales. Desde el ’68 estamos aposentados en Donceles, la primera librería la puso mi mamá. Su familia era de comerciantes, de Tepito. Uno de mis tíos, que se llamaba Miguel, decidió que le sobraba dinero y le regaló a cada uno de sus hermanos una buena lana. Creo que eran unos 50 mil pesos de entonces. Con eso mi mamá pagó un traspaso o una renta, compró muebles y libros. Era la Librería Selecta, que ahora es de mi hermano. Ella se la regaló.

Actualmente tenemos librerías en esta calle y a la vuelta, no sé cuántas son, no llevo la cuenta, pero deben ser unas 15. Aquí donde estamos se llama Librería Regia, en Donceles 48. Yo estoy encargado de esta, y también de La Casona de Aura. A veces llegan chavos preguntando si esa es la casa de Aura, la novela de Carlos Fuentes. Los manda el maestro, yo creo que para burlarse de ellos.


Librería Regia, en Donceles 48 (Foto: Jorge Pedro Uribe)

Todos los días los clientes preguntan por toda clase de libros. Antier vino un personaje y compró 3 mil pesos de libros para decorar una casa. Era un arquitecto. Compró libros con empastados típicos del siglo XIX, de media piel. Cada uno costaba en promedio 150 pesos. Yo no cuestiono. Nunca me pongo a pensar si la persona merece un libro o no, si lo va a entender o no. Si alguien quiere un libro de 10 mil pesos del siglo XIX para quemarlo aquí afuera, yo se lo vendo.

Los libros llegan a las librerías de Donceles por muchas razones: porque el dueño se murió y al heredero no le interesa conservar la biblioteca, porque se van a cambiar de casa, porque quieren vaciarla… Yo me dedico a conseguir lotes de libros con estas personas. Ayer me la pasé revisando unos 30 mil. Querían 20 mil pesos por ellos, dije que no me interesaba, que sólo quería una parte. Seleccioné como 2 mil libros porque los demás no se venden.

Nunca he usado guantes, siempre traigo las manos sucias. Soy asmático, pero todos los días tomo el medicamento y así la salvo. He visto todo tipo de bibliotecas, de todos los tamaños. Tenía un cliente que me invitaba mucho a su casa, peruano, vivía en Chignahuapan, en Puebla. Su biblioteca era de 25 mil ejemplares. Una vez vi la biblioteca de un tal Ramírez, oaxaqueño, con 100 mil ejemplares. Sus libreros eran dobles, triples, cuádruples. En cuanto a mi colección particular, sólo tengo libros que leo, no colecciono absolutamente nada. Me gustan la ciencia ficción, la literatura contemporánea, Borges, Vargas Llosa, algunos de Fuentes, Asturias…

Aquí en la librería tenemos 80 mil abajo, y unos 30 mil aquí arriba. Cada vez llegan más libros. La gente se está deshaciendo de ellos. He visto cómo se ha comportado el mercado en los últimos 30 años: los primeros libros que dejaron de venderse en los años setenta fueron los libros de texto, a causa de la reforma educativa. Después los de preparatoria. Luego las novelas. A partir del año 2000 le tocó a las enciclopedias, y ahora está pasándole a los libros universitarios, sobre todo de administración o medicina.


Juan Antonio López Casillas (Foto: Jorge Pedro Uribe)

Yo creo que las librerías van a desaparecer, y no sólo las de viejo. A lo mejor sobreviven las especializadas. Los libros de viejo van a seguir existiendo en términos de su calidad y su demanda, pero como objetos. Y unos cuantos. Van a ser como antigüedades. Como sea, este sigue siendo un buen negocio. No me quejo, me va bien. Soy una persona de clase media. Nunca he ido a Europa. Vivo aquí mismo en Donceles. También tenemos una casa en Ozumbilla, el pueblo de mi mujer. Está hacia Pachuca. Lo más satisfactorio de este negocio es ver libros, tener un libro que nunca había tenido. Digo verlos porque es imposible leerlos todos.

(JORGE PEDRO URIBE LLAMAS / @jorgepedro)