Peluca por aquí, peluca por allá, por @drabasa

Dice Luigi Amara acerca del género literario del ensayo en su ya célebre texto “El ensayo ensayo”: “Su verbo característico es ‘probar’, no en el sentido de demostración, sino de ver a qué sabe. Con el ensayo se avanza por el terreno solitario de la subjetividad, de espaldas a las doctrinas establecidas, con el fin de sopesar un asunto, cualquiera que este sea, en la báscula interna, someterlo al escrutinio de la experiencia personal, a su ensayo”.

Historia descabellada de la peluca, el más reciente título de Luigi Amara, traza un recorrido fascinante por esta prótesis craneal en la que se ha depositado la seguridad de un monarca (Luis XIII) o el éxito de un icono del deporte (Andre Agassi); que ha detonado los irrefrenables impulsos lujuriosos de emperatrices romanas (Mesalina) o servido como vehículo para imposturas amorosas infatigables (Casanova); le ha permitido a personajes escapar de la muerte (Salman Rushdie) y a otros escapar del escarnio público de la alopecia (Salvador Novo) o trasfigurar una figura pública en arranques de trasgresión y frivolidad simultáneos (Andy Warhol). La peluca, utilizada desde los faraones griegos hasta los aficionados de la reciente Copa del Mundo, es una entidad que representa el inconmensurable peso que tienen el deseo y la fantasía en la configuración de esa máscara por excelencia que es el yo. A pesar de su presencia ubicua a través de la civilización occidental desde nuestros más iluminados y milenarios antepasados hasta los especímenes más trogloditamente contemporáneos, fue desdeñada por filósofos de cepa que no obstante tuvieron que recurrir a sus bondades por diversas causas y motivos (Rosseau, Kant, Leibnitz, Baudelaire).

“[…] en la peluca están registrados gestos, comportamientos, expansiones más bien equívocas que apuntan lo mismo a la metamorfosis del yo que al disimulo y la preocupación por guardar las apariencias. Si en el modelado del cabello está una de las muchas llaves que conducen al modelado de la identidad, a esa escultura de sí sobre la que tanto se insiste no sólo en los salones de belleza sino también en algunos libros de filosofía, parece natural que la parte superior de la cabeza se haya convertido en campo de batalla, en auténtico territorio en disputa donde se dirime la búsqueda de pertenencia y distinción, y en donde queda encarnada, a veces de forma estridente y puntiaguda, la brecha entre generaciones”, dice Amara en una síntesis de los motivos que lo llevaron a emprender este viaje desternillante e iluminado. La vocación del autor por reunir en una escritura, digna de los más altos prosistas, ideas que nos saquen del sedentario palco desde donde contemplamos nuestras vidas para atender rincones soslayados que concentran altas dosis del significado de nuestro paso por el mundo y, por si fuera poco, hacerlo todo con humor y erudición, supone motivos de sobra para hacer de la Historia descabellada de la peluca uno de los libros más importantes (y espero que leídos) de los tiempos recientes.

(Diego Rabasa / @drabasa)