“Esa ruleta chilanga llamada taxis”, por @SalCamarena

El lunes de la semana pasada tenía que ir al Hilton de la Alameda. Era la 1:30 de la tarde y como no había noticias de que alguna manifestación estuviera bloqueando Paseo de la Reforma, decidí tomar un taxi en el Auditorio Nacional. “Nomás que soy de sitio, joven”, me dijo el chofer. “Muy bien, ponga el taxímetro”, contesté, resignado a pagar un poco más pero en la esperanza, irracional, de que un taxi de sitio abordado en plena calle fuera más seguro. “No, son 120 pesos la tarifa”. “Estás loco”, le contesté y me bajé del auto. Otras personas abordaron esa misma unidad solo para, unos metros más adelante, también bajarse entre reclamos al abusivo conductor. El taxímetro del coche de alquiler que finalmente me llevó al hotel del centro marcó 42 pesos.

Como cualquier capitalino sabe, lo anterior es solo uno de los casos que ocurren a diario. De hecho, el miércoles siguiente otro taxista intentó cobrar 160 pesos por un traslado que hago regularmente y que casi nunca rebasa los 100 pesos. La diferencia es que en esa ocasión el chofer se trató de justificar con un “eso fue lo que marcó el taxímetro, joven, ¿yo qué hago?”. “Componerlo”, contesté al tiempo que le pagaba solo 110 pesos.

En los años noventa, cuando a alguien lo asaltaban en un taxi se volvió común una frase que implicaba una aberración. Si era el caso de que “solo” te hubieran secuestrado durante horas, insultado, atemorizado, robado el celular y, claro está, ordeñado tarjeta y cartera, la gente reponía sin pensar: “qué bueno que no te hicieron nada” o su variante “qué bueno que no te pasó nada”. Claro, siempre pudo pasar algo más: heridas o violaciones, por ejemplo. Pero de ahí a que se dijera no te pasó “nada” cuando de hecho sufriste un secuestro exprés hay mucha diferencia.

Ahora se escucha menos eso de los asaltos en taxis. De hecho, según el informe anual de la policía del Distrito Federal de marzo de 2012 a febrero de 2013 solo hubo 562 robos en taxi, ni dos al día. Esta cifra representaría, de acuerdo con el mismo documento presentado hace un mes en la Asamblea Legislativa, un descenso de 42.5% en solo un año.

Difícil saber la cifra negra de los robos en los taxis. Me refiero a los robos con violencia, porque es todavía más ignota la cifra de los abusos en los autos de sitio. ¿Son comparables ambas situaciones? Creo que sí.

El abuso en las tarifas –que llega a proporciones estratosféricas por las noches—contraviene los reglamentos. Es una violación de lo ordenado por la autoridad (es en serio, no se rían). Además ambas realidades, según yo, son concomitantes: tanto que uno está dispuesto a pagar el exceso en la tarifa de algunos servicios privados de taxis al considerar que estos al menos serán seguros.

Se calcula que en la ciudad de México hay 450 mil taxis. Entre ellos vehículos piratas. Tan solo en los dos últimos años, por ejemplo, el InveaDF detectó 220 taxis que eran autos robados.

No podemos agradece que “ya no roben” en los taxis, porque de hecho sigue ocurriendo. Pero independientemente de si realmente han bajado esos casos, tenemos que ir más allá. Tenemos que hacer que las tarifas se respeten, que no haya abusos. No hay violación menor a la ley. Cumplir lo menos ayuda a prevenir mayores abusos o incluso delitos.

Así que no es anecdótico que a uno le quieran cobrar por la libre. Como tampoco deberíamos acostumbrarnos a pagar más a servicios piratas de lujo porque estos “son seguros”. Son salidas falsas que en cualquier momento pueden dar pie a otro tipo de delitos, más lamentables aún. Si aceptamos que cobren de más, luego ni cómo quejarse de que te asalten, aunque “no te hagan nada más”.

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*Periodista, colaborador de El Pais, columnista en La Razón y sinembargo.mx

(SALVADOR CAMARENA)