Hay tope para recargar tarjeta multimodal

Si has llegado a la ventanilla de alguna estación del Metro y la taquillera no quiere recargarte más de 99 pesos pesos en tu Tarjeta Multimodal, no te enojes.

 La decisión se tomó hace algunos meses, luego de que las autoridades del Metro detectaran que un grupo de personas estaban recargando, ilegalmente, las tarjetas y las vendían a un costo menor de la recarga.

Ahora, los plásticos que pueden ser utilizados en el Metro, el Metrobús y el Tren Ligero ya no aceptan recargas de más de 99 pesos. Su saldo total no puede ser mayor a 120 pesos.

Antes, la recarga máxima era de 499 pesos.

LA DENUNCIA

Desde abril, autoridades del Sistema de Transporte Colectivo (STC) Metro detectaron varias tarjetas clonadas y limitaron la recarga de los usuarios.

Esto, luego de que recibieran un correo electrónico —el pasado 30 de abril— en el que una persona denunciaba la venta de esas tarjetas por menos del contenido que tenían recargado.

Un mes después, el STC detectó anuncios en sitios de internet sobre venta de este tipo de plásticos.

Los hechos fueron denunciados —el pasado 26 de mayo—  ante la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal (PGJDF).

A raíz de ello, tres personas fueron detenidas y los tres sistemas de transporte tomaron la decisión de no permitir recargas superiores a los 99 pesos. Más vale prevenir que lamentar.

SU JEFE LAS VENDÍA

Juan “n” trabaja por en una oficina ubicada en tacubaya. su jefe le ofreció una “buena promoción” que no pudo rechazar.

La idea era que Juan sólo pagara 200 pesos por una Tarjeta Multimodal que tenía cargados 300 pesos que le permitirían acceder al Metro, al Metrobús y al Tren Ligero.

El plástico era idéntico a los verdaderos. Comenzó a usarlo, pero en algunas estaciones de la Línea 1 y de la 4 del Metrobús, las máquinas no lo leyeron y por tanto no pudo ingresar.

“No se me canceló, sólo me aparecía que no podía ingresar porque tenía mucho saldo”, dice.

ERA EL PAGO DE UNA DEUDA PENDIENTE

Juan se enteraría después de que a la esposa de su jefe le debían dinero y para pagarle la deuda le ofrecieron las tarjetas clonadas para que ella las vendiera y recuperara su dinero. Después, este usario del Metro se percataría de que en las taquillas del Metro y en las máquinas de recarga del Metrobús había carteles que informaban que ya había restricciones a la recarga de los plásticos. A partir de ahí, Juan optó por no volver a aceptar la “buena promoción” de su jefe. Lo mejor era, pensó, no meterse en problemas.

(Omar Díaz)