HM, un clásico ¿memorable?

Antes de que existiera la actual fiebre por las hamburguesas, antes de que entraran las cadenas internacionales a nuestro país, existían cadenas nacionales y locales que eran las únicas opciones para comer nuestro tan querido platillo. En esta y en futuras entregas hablaré de clásicos que forjaron nuestro gusto y paladar y, que si bien se mantienen abiertos y activos, hace tanto que no los como que no sé si su recuerdo se mantiene en alto. Uno de estos son las Hamburguesas Memorables.

Con varias locaciones en la ciudad, yo siempre recuerdo las de Av. Insurgentes casi llegando a Viaducto o las de Polanco en Euler. Abiertas desde 1994, han sido la delicia de la dieta Godínez por excelencia. Regresé y tras abrir la boca con una montaña de papas “courly” con chili, pedí una burger de carne tradicional con queso amarillo y tocino (ingredientes extras, ya que en la configuración del menú la única con queso es una que tiene cuatro tipos diferentes de queso). No sonaba mal: 200 grs. (monumental) de carne, lechuga, tomate y cebolla. Después de una espera inusual —el servicio era francamente lento—, llegó. En canastita de plástico, tal cual la recordaba de años atrás.

Bastó únicamente una mordida para acordarme de por qué para mí sí eran memorables: son francamente malas. Carne industrializada y pan de fábrica. La carne, escondida dentro de una gran porción de lechuga y tomate, es de esas que quién sabe cuál es su origen. Carne es, no lo dudo, pero ¿de qué parte de la res? Vaya usted a saber. Habrá a quien le guste. Pero a mí no. Teniendo otras muchas tantas opciones, inclusive en el rango de precio, ya no volvería. Ya no se llaman Hamburguesas Memorables. Ahora son las HM. Creo que hoy en día preferiría ir a H&M y comprarme una t-shirt con una hamburguesa impresa y admirarla, antes que comerme de nuevo una de éstas.